LA FIGURA MASCULINA Y
FEMENINA A TRAVÉS DEL ARS
AMATORIA DE OVIDIO.
Francisco García Lloria
ÍNDICE
I.
INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS.................................................. 1
II.
FUENTES ........................................................................................2-4
III.
HOMBRE Y MUJER EN LA OBRA DE OVIDIO: CONTEXTO, IDEAS Y
CONTRADICCIONES ..................................................................... 5-12
IV.
CONCLUSIONES .......................................................................... 13
V.
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................14
1. INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS
“Si alguien en este pueblo no conoce el arte de amar, lea esto y una vez instruido
por la lectura del poema, ame”. (Ovidio, Ars, I, 1, trad. Bonifaz Nuño, 1975).
A primera vista, esta frase perteneciente a la obra Ars Amatoria de Ovidio puede
decirnos más bien poco, si bien arrastra tras de sí una vital importancia, dado que expresa
claramente una nueva, y polémica, concepción de la relación íntima entre el hombre y la
mujer en el mundo romano, radicalmente opuesta a la proporcionada por la tradición.
El objetivo del presente trabajo será comprender la trascendencia de esta obra de
Ovidio a través del estudio de las figuras opuestas que se presentarán en la Roma de su
tiempo: el hombre y la mujer tradicional frente al modelo de Ovidio, centrándonos
especialmente en la figura femenina. Este objetivo nos llevará a tratar aspectos tales como
la lectura, influencia y persecución de la obra de Ovidio, además del contexto en el que
se presenta. El fin último será poder extraer una idea conjunta de lo estudiado,
comparando la imagen de hombre y mujer que Ovidio plasma en su Ars Amatoria con la
que las fuentes nos dicen de la realidad de ambos en época de Augusto, asentando así las
bases necesarias que nos permitan entender la temática erótico-amorosa de Ovidio, su
originalidad e influencia, que a su vez se comparará con el texto crítico de Concepción
Fernández para ilustrar, en la medida de los posible, la veracidad de la imagen y nueva
realidad que Ovidio plasma (de la mujer especialmente) en su obra concreta.
Para ello ha sido necesario acceder a una bibliografía bastante concreta, dada la
extensión limitada del trabajo, que abarca la obra Ars Amatoria de Ovidio como punto de
partida a través de traducciones de diferentes autores, y el artículo El Arte de Amar: un
análisis sociológico, de Concepción Fernández Villanueva, como recurso principal para
la realización del presente trabajo. Para el apartado del contexto se ha utilizado el manual
coordinado por F.J. Fernández Nieto, así como la biografía sobre Augusto elaborada por
A. Fraschetti. También hemos recurrido a las obras de Manuel Mañas, P. A. Calvelo y N.
von Albrecht para complementar el estudio del Ars Amatoria, entre otras.
2. FUENTES
Las fuentes esenciales del presente trabajo serán dos. En primer lugar hemos de
hacer mención a la obra Ars Amatoria, de Publio Ovidio Nasón (Sulmona 43 a.C.- Tomis
17dC), uno de los grandes autores de la literatura latina en la urbe romana y las altas
esferas de la sociedad romana, que será desterrado por orden de Augusto 1. La obra del
conocido como “poeta del amor”2 se caracteriza por su extensión y variada temática,
diferenciado esencialmente dos grandes géneros: uno denominado erótico, y otro más
pesimista en momentos ya de su destierro3.
Si bien la obra que nos concierne lleva intrínseca la palabra amor en su título, la
perspectiva que da la crítica sobre esta temática es de erotismo. Unos ven en Ovidio algo
innovador, un virtuoso estilo en la temática erótico-amorosa. Otros optarán por una
postura algo más radical, viendo los escritos como una confesión superficial y ególatra
que dista mucho de conmover al lector. Escritos donde predomina la frivolidad,
exageraciones, adulterio, etc4. Con el paso del tiempo estos postulantes defenderán que
Ovidio agotó esta temática por su abuso, como Lucrecio y Virgilio, así como el supuesto
carácter didáctico de las obras5.
Ovidio presenta el Ars Amatoria como un poema didáctico que recoge aquellos
métodos eficaces de conquista, dirigiéndose tanto a hombres como a mujeres en sus
diferentes libros. Y se define como elegía erótico-latina, género que, aunque de apariencia
sencilla, es muy complejo, sobre todo a partir de su gran expansión en el siglo I a.C. en
Roma.
La obra, y su contenido, rompen con los límites y los tabúes establecidos en la
sociedad para ambos géneros; rompen con la idea de institucionalización del matrimonio
y las limitaciones del hombre y la mujer en lo físico, en lo íntimo. Por tanto, se tomará
como un tratado que desafía tanto al lector, como a la sociedad, rompiendo con la realidad
tradicional predominante y “enfrentándola” contra otra completamente opuesta y
novedosa.
1
Baños (1989, p.57).
Von Albrecht (2014, p.181).
3
Cristóbal (1989, p.15).
4
Bonifaz (1975, p.7).
5
Daujotas-Schniebs (2009, pp.9-16).
2
El poeta es tanto el autor como el protagonista de la obra, definiéndose como
maestro con autoridad indiscutida sobre el alumno, del emisor sobre el receptor, del que
ha amado sobre el que va a amar, dada su dilatada experiencia como amante.
El contenido se organiza en tres libros. Los dos primeros van dedicados al hombre
sobre dónde encontrar a la mujer, cómo conquistarla y qué hacer para no perderla. El
tercero, dirigido a la mujer, responde a la misma organización6. A lo largo de toda la obra
se toman numerosos y variados tópicos, siendo los más recurrentes los provenientes de la
mitología y del léxico militar (compara la penetración con la espada, o el laurel como
culmen de la conquista)7, las rivalidades entre hombres, la fidelidad y el amor
incondicional, la esclavitud en el sentido de prenderse de la domina, la avaricia femenina
(regalos), el sexo en sí, el combate contra los Dioses (que hace enamorarse al hombre
incondicionalmente), entre otros8.
El artículo en el que nos hemos centrado para el presente trabajo es el de El arte
de amar: un análisis sociológico, de Concepción Fernández, profesora de la UCM cuyas
líneas de investigación se dirigen principalmente a la socialización, la psicología de la
violencia y el género. Del global del texto, nos interesa el apartado dedicado al Arte de
Amar de Ovidio: una propuesta social para los hombres pobres. Este capítulo lo
encontramos a su vez dividido en dos grandes apartados, uno referido al concepto en sí
del amor en el Ars Amatoria de Ovidio, y otro basado en las reglas sociales que lo rigen.
Concepción Fernández parte en su texto de las contradicciones a las que debemos
enfrentarnos a la hora de definir el amor, definiéndose como algo ligado a la vida
cotidiana, ilusorio, que ha traído consigo tanto bueno como malo, y que a juicio de la
autora podríamos definirlo a grandes rasgos como una creación compleja con contenido
estético y ético, que implica la construcción de la persona amada, y que necesita de
técnicas de relación interpersonal9.Y en base a esta idea del amor aborda una serie de
casos concretos, de los cuales nos centraremos en uno en particular.
6
Cristóbal (1989, p.119-123).
Baños (1989, p.57).
8
Bonifaz (1975, pp.8-13).
9
Fernández Villanueva (1998, pp.125-128).
7
Nos interesa la afirmación que hace con respecto a la diferente forma de ver, en la
tradición histórica, al seductor y la seductora, de ahí que sea la obra el Arte de Amar la
que nos llama la atención, donde veremos quiénes aman y cómo lo hacen.
Así, nos encontramos ante un texto crítico, donde si bien hay un gran peso de
novedad respecto a la concepción de la relación hombre-mujer, también veremos cómo
se mantendrán ideales tradicionales y prácticas inmorales que llevan al debate de las
contradicciones que derivan de ello.
3. HOMBRE Y MUJER EN LA OBRA DE OVIDIO: CONTEXTO, IDEAS Y
CONTRADICCIONES
Nos situamos en una realidad en la que el hombre será educado para la guerra, la
política y tener descendencia, mientras que la mujer puede definirse como una eterna
menor de edad condicionada a la legislación “de hombres para hombres”, controlada por
la ley, y encasillada en unos roles más que delimitados, que hacen que sea
rudimentariamente instruida en las labores del hogar, obedecer a su marido y criar a los
hijos. Por tanto, la relación hombre-mujer, en la tradición, solo se entiende como la
obligación de unión (de ciudadanos) con fines de descendencia; un acto social por derecho
que constituye la única vía de legitimización de la familia. Y sólo casándose la mujer
podrá vivir cómodamente, siendo determinante con quien se une, dado que determinará
su inmediato estatus económico-social10.
Así, quedará siempre bajo la autoridad de un hombre, bien su padre, su marido, o un
tutor. Dentro de este subyugo, la figura principal será la del pater familia, que tendrá todo
el poder dado su estatus de cabeza de familia; miembro más longevo de la familia que
controla tanto los bienes como a las personas, frente a la mujer sin derecho alguno
reconocido, y vinculada única y exclusivamente al ámbito familiar, a lo privado, teniendo
un devenir ya determinado por decisiones externas a su voluntad. De este modo
introducimos en término manus, entendido como la potestad del marido sobre la mujer11.
El matrimonio viene dado por el pacto entre dos partes: el padre de la mujer en
cuestión, y el futuro marido, los cuales sellarán la puesta en común de determinados
objetivos (económico-políticos esencialmente) con este enlace, pasando la mujer de un
núcleo familiar a otro, y desvinculándose del originario 12.
Ahora bien, si el matrimonio es una obligación, los agravios que perjudiquen su
fin, sólo serán atribuidos a la mujer. El hombre podrá cometer adulterio y recurrir a la
prostitución sin ningún problema como vía para suplir las carencias de su esposa, mientras
que para la mujer será diferente, dado que ella sí será condenada por sus agravios, sobre
10
Fernández Nieto (2009, p.463).
Ídem (2009, p.338).
12
Ídem (2009, pp.423-427).
11
todo por adulterio, con sentencias que irán desde correctivos de mayor o menor grado, a
ser vendida en esclavitud, o incluso poder darle muerte.
Conforme vamos acercándonos al fin de la República encontramos autores, como
Gayo, que van ilustrando la contraposición entre realidad y tradición, dado que las
mujeres tienen más libertad que la que ilustran los valores tradicionales; cambios que
tienen su culmen en torno a finales del siglo I a.C. y el I-II d.C., alcanzando poco a poco
el lugar que creen merecer y que el hombre le ha negado13.
Poco a poco van alcanzándose diferentes hitos en el ámbito socio-cultural
esencialmente14; la mujer irá alcanzando privilegios hasta el momento impensables a su
disposición, y que por tradición solo se atribuían al hombre. Se da lo que muchos autores
denominan la “emancipación de la mujer” y la reducción de su sumisión, practicando el
“amor libre” y gozando de una mayor libertad sexual15.
Estas verán cómo ya no se rompe su vinculación a su familia, dejándose atrás los
intereses exclusivos en la dote, que ahora podrá gestionar de forma directa, aunque
también indirecta si delega; desarrollarán actividades literarias y poéticas y formarán
parte de los banquetes y los espectáculos, etcétera16.
La mujer comete de forma más “descarada” el adulterio, dado que ya no es tan
primordial la natalidad, y buscará diferentes encuentros con otros hombres fuera del
hogar, desarrollándose paralelamente las prácticas del aborto y la anticoncepción, el
divorcio y las segundas nupcias17.
Eso sí, seguirán estando vetadas en el ámbito de la política, salvo excepciones de
las mujeres de alta sociedad, que si bien no participan directamente, sí lo hacen a través
de sus maridos, como por ejemplo Livia, Agripina o Popea18.
Esta realidad descrita despertara el recelo de los sectores más conservadores de la
sociedad, dado que ven peligrar las tradición y valores asentados, por lo que en época de
13
Mañas (1996-2003, p.207).
Se retrocederá de nuevo en la época inmediata de expansión del cristianismo.
15
Mañas (1996-2003, pp.191-192).
16
Ídem (1996-2003, pp.193-199).
17
Ídem (1996-2003, pp.196-198).
18
Ídem (1996-2003, pp.200-206).
14
Augusto, donde nos sitúa nuestro estudio en cuestión, se luchará por revertir la situación
de desarrollo del libertinaje que bien refleja la obra de Ovidio 19.
Augusto ve un grado de degradación tal que acuñará la expresión “arte de cometer
adulterio”, iniciando una política de vuelta a los “mores maiorum”, que a la larga y
exhaustivamente será imposible. Destaca su Ley de Adulterio del XVIII a.C., destinada a
condenar una agravio que está potenciando la soltería y el descenso de la natalidad, y que
se entiende como protectora de la sociedad a través de su intermediación directa en las
familias. Además, restaurará la religión nacional e impulsará la producción de autores
afines al Imperio. Tal será la intensidad de esta política, que Augusto llega a condenar
por adulterio tanto a su hija, como a su nieta20.
Y es en esta realidad convulsa, donde se enfrenta la tradición y novedad, donde
encuadramos el Ars Amatoria, donde se refleja bien todo esta cambio que hemos
ilustrado, añadiendo a las dos categorías de mujer existentes, casadera y prostituta, un
tercer grado como “compañera” de gozo 21.
Ovidio, a través de su Arte de Amar, ilustra el comportamiento amoroso en la
Roma clásica: concepción, discursos y definiciones del amor, quién y cómo aman (roles),
así como los límites y condiciones sociales de las relaciones amorosas22.
El amor es considerado como una creación compleja, con un fuerte componente
estético y ético; un arte que viene de elaborar y expresar un sentimiento amoroso que
construye al amado/a, así como de desarrollar técnicas de relación interpersonal y
estrategias amorosas que muestran enormes desigualdades entre sexos y clases sociales,
estereotipos, contradicciones y prácticas inmorales que diferentes autores que traten esta
temática no obviarán. Este arte tendrá un sentido tanto positivo como negativo, siendo
este segundo el que predomine.
Es importante aclarar que no es lo mismo amar que seducir, dado que no pocas
veces se han confundido las técnicas de seducción con estrategias amorosas, si bien el
19
Fraschetti (1999, pp.79-82).
Ídem (1999, p.164).
21
Von Albrecht (2014, pp.186-187).
22
Fernández Villanueva (1998, p.129).
20
objetivo final de ambas será poseer y dominar el objeto amado, requiriendo un gran
esfuerzo. Y todo influirá en la desigual consideración del seductor y la seductora 23.
Partimos de la realidad ya descrita donde no existe la igualdad de sexos, y por
tanto no se entiende la idea de machismo. Ovidio apoya el acercar posturas de los dos
géneros tradicionalmente opuestos, ante el gran temor social en cuanto al cambio de roles
posible, pero lo hace hasta cierto punto. Se deja atrás en la obra la concepción de la mujer
como objeto cuyo único cometido es el hogar y los hijos (receptáculo), a la que se puede
corregir, matar o incluso esclavizar. Ahora ya no es una puerta al pecado, sino una vía del
placer, del amor. Pero veremos cómo no desaparece su consideración inferior con
respecto a la figura masculina, dado que Ovidio seguirá defendiendo el predominio y
satisfacción masculina por encima de cualquier cosa, que lleva a diferentes
contradicciones y prácticas inmorales (engañar y forzar la voluntad) y contradicciones
que iremos ilustrando24.
Concepción Fernández no omite los “avances” que se pueden extraer cuando se
lee el Ars Amatoria, esencialmente el hecho de que el matrimonio y la descendencia ya
no se consideren vitales, siendo más importante el sexo y el disfrute25. Ahora bien,
centrará su interés en las contradicciones y prácticas inmorales extraídas de la obra
concreta de Ovidio que estamos tratando.
No se hace en la obra mención alguna al método tradicional del matrimonio entre
un hombre y una mujer, impuesto por determinados intereses económico-políticos, que
llevaran a la mujer a casarse con hombres desconocidos mayores en edad. Ovidio aboga
por una unión, metafórica y sexual, del hombre y la mujer desde su propia libertad como
individuos. Ahora bien, sobre la mujer recaerán diferentes obligaciones que la esclavizan
bajo una fuerte disciplina, trabajo y sumisión para satisfacer las necesidades masculinas,
que es lo importante en último fin26.
La primera contradicción viene de la propia consideración que tiene el autor del
Arte de Amar, que si bien está dirigida tanto a hombres como mujeres, en última instancia
se concibe como una propuesta social para hombres pobres. Así mismo, aunque está
23
Fernández Villanueva (1998, pp.125-128).
Ídem (1998, p.143).
25
Ídem (1998, p.133).
26
Ídem (1998, pp.133-134).
24
dirigido a la clase baja masculina, gran parte de las enseñanzas que Ovidio da son
inaccesibles para estos, generando una de tantas contradicciones27.
Ovidio parte de que, a la hora de tener una relación, se debe llevar a cabo la
elección de los iguales, rechazando a los inferiores pero permitiéndose la relación con
aquellos de diferente condición siempre y cuando favorezca al hombre, y que ha de ser
siempre superior (en clase o educación). Así mismo, aunque ningún hombre queda
excluido de amar, sí lo estarán algunas mujeres: esclavas, aquellas que se deben a la
religión, maduras, malvadas o feas28.
El autor atribuye al hombre el objetivo de buscar a su amada tanto en el ámbito
privado y fuera de Roma, cómo en el ámbito público, en momentos tales como
festividades religiosas, o en espacios como el templo, teatro, foro, circo, combates de
gladiadores, ceremonias de triunfo, entre otros. Es ahora cuando se habla de una mujer en
el sentido de domina, o incluso de mater familia, una “dueña de la casa” que, en la obra
de Ovidio, adquiere una virtus similar a la del hombre. Hombre y mujer, a priori, está al
mismo nivel, pero leyendo el Ars Amatoria resulta evidente el mantenimiento de ciertos
tradicionalismos29.
El hombre es el amador por excelencia, al que hay que satisfacer, y todo hombre
debe ser amado siempre que cumplan con unas mínimas condiciones, que no son
extrapolables al ámbito femenino, a las que Ovidio, más que instruirlas en el arte de amar,
lo hace en cómo poder facilitar su relación con el hombre. ¿Por qué? Porque, como hemos
visto, Ovidio cree en el amor irracional y primitivo, sin pudor, ambivalente y
contradictorio, lo cual legitima el uso de prácticas inmorales, de ahí que no dude en
instruir a los futuros varones amantes en la seducción y el engaño, dado que el amor es
algo tan fuerte que, bajo las riendas dela supremacía masculina, la mujer debe someterse
para sufrir lo menos posible30.
“que alcance tu mente, ante todo, la convicción de que todas (las mujeres)
pueden ser conquistadas […] ti tiende únicamente las redes”. (Ovidio, Ars. I, 269-270,
trad. de Baños, 1989).
27
Fernández Villanueva (1998, p.134).
ídem (1998, p.144).
29
Calvelo (2001, pp.6-7).
30
Fernández Villanueva, (1998, pp.133-134).
28
La autora habla de tres estrategias a seguir: semblante y fingimiento, cultivar las
relaciones interpersonales, y controlar y forzar la voluntad de la amada. Y esto se
consigue, en gran medida, con un buen manejo de la retórica31. Ahora bien, estas prácticas
tendrán diferencias según las use un hombre o una mujer32.
La mujer es un ser del que hay que desconfiar, vigilar y controlar, dado que
fingen, son adúlteras, demasiado pasionales, inmorales y que caen en actos aberrantes
(sexo con animales). Y partiendo de esta consideración, Ovidio legitima el poder “jugar”
con ellas, estudiando cuándo y cómo abordarlas, regalos al ser seres egoístas (sobre todo
al principio de la relación), ser discreto, mitigar los defectos y la edad, ir aumentando
progresivamente los encuentros, dosificar las cartas, adular y halagar en exceso, falsas
promesas, fingir excesivo aprecio, mandar cartas, planificar encuentros fortuitos, cuidar
el aspecto, medir cuidadosamente las primeras palabras que se van a dirigir, saber cuándo
robar un beso, tener buena relación con su familia, saber adaptarse a la gran diversidad
del género femenino, etcétera. Y esto no acaba aquí, sino que se debe retener la
conquista33.
El texto de von Albrecht refleja la atribución al hombre de un mantenimiento en gran
medida de egoísmo, e incluso sadismo hacia la mujer 34.
“no te importe fingir con la palabra […] busca, con cualquier modo, que te crea”.
(Ovidio., Ars. libro 2, p.418. trad. de Daujotas y Schniebs, 2009).
Ovidio llega a ilustrar una idea de que a la mujer le fuercen su voluntad, como ya
lo harían héroes con sus amadas tales como Aquiles, Príamo o Pelión raptándolas.
Si bien al hombre se le exige saber fingir y desarrollar las relaciones
interpersonales, en el caso del semblante su cuidado es mínimo. Al primero le basta con
tener buenos modeles y una apariencia mínimamente decente, mientras que la mujer debe
ir más allá, debiendo corresponder a una rutina de potenciar estereotipos y ocultar
imperfecciones, que el autor no atribuye en ningún momento a la figura masculina.
Además debe dedicar especial cuidado de su aspecto, ocultando en la medida de lo posible
31
Von Albrecht (2014, p.185).
Fernández Villanueva (1998, p.136).
33
Bonifaz (1975, pp.18-23).
34
Von Albretch (2014, p.184).
32
los defectos. Ser elegante en todos los contextos sociales públicos y privados,
desenvolverse con soltura en la lira, poesía, baile y los juegos del azar, ocultar defectos
físicos y temperamentales y ensalzar los buenos. Todo ello bajo un carácter sumiso y
contenido tanto en el cortejo como en la relación sexual, y debe fingir siempre que esté
en juego la satisfacción masculina; debe entretener y asumir los engaños masculinos y las
promesas exageradas o falsas. En definitiva, tiene la obligación mantener viva la
relación35.
En este sentido, dos frases enormemente contradictorias que ilustran lo explicado
en el párrafo anterior las encontramos en:
“el placer que se concede por obligación no resulta agradable”. (Ovidio, Ars, II,
687, trad. de Baños, 1989).
“procura al menos, cuando finjas, no ser descubierta […] que los gritos y jadeos
de tu boca den prueba de cuánto te gusta”. (Ovidio, Ars, III, 801-803. trad. de Baños,
1989).
Debe tener una actitud dura; debe exigir constantemente el esfuerzo del hombre para
por su conquista, que variara en firmeza según las edades. Eso sí, deberá evitar caer en
cólera, soberbia o tristeza. Debe parecer reacia, simular rivales masculinos y combatir a
los femeninos. Debe burlar a su custodio y, en última instancia, disfrutar.
La contradicción en este momento viene porque frete a esta imagen dócil de la
mujer, debe desarrollar paralelamente el arte de la seducción, saber dar celos dejando
entrever otros pretendientes, jugar con los sentimientos y crear la inseguridad en el
hombre (negándose a algunas cosas sin motivo aparente), que refuerzan los estereotipos
negativos que recaen en el sexo femenino 36.
“no puedes […] y, rechazado, verás como el amor llega a ti […] hazle confiar
que no hay más amo en tu lecho, más enseguida presiente rival con derecho”. (Ovidio,
Ars, III, 587-592, trad. de Rodríguez Tobal, 1999).
35
36
Fernández Villanueva (1998, p.136).
Ídem (1998, p.137).
“lo que fácil es dado, nutre el largo amor malamente”. (Ovidio, Ars, III, 579,
trad. de Bonifaz Nuño, 1975).
El gran acto inmoral del hombre viene del deber de ganarse a las criadas esclavas de
su amada a través del uso legitimado del acoso y chantaje masculino. El hombre ha de
seducir a las esclavas al servicio de su amada como escalón previo a la relación con esta,
dada la información que puede dar de su amada. Esta quedará atrapara en una realidad en
la que no puede resistirse a los deseos del hombre, pero tampoco delatarlo bajo pena de
castigo y desvalorización social, dado que no están consideradas, dada su condición, ni
personas, y por lo tanto la relación con esta no llega a considerarse como tal. Hay que
conquistarla para un acceso a la amada más fácil, dada la información que puede dar. Y
es aquí donde avisamos los primeros casos de adulterio, dado que el hombre puede tener
relaciones con las esclavas en vistas a su amistad que no estarían mal vista de cara a su
futuro amorío.
“a ella (la esclava) corrómpela tú con promesas […] obtendrás lo que pretendes
fácilmente”. (Ovidio., Ars. I, 399, trad. de Rodríguez Tobal, 1999).
En cuanto al adulterio, el autor lo consiente para ambos, con el matiz de que el hombre
puede contarlo a la amada, mientras que ella ha de ocultarlo en la medida de lo posible.
Así mismo, el recurrir el hombre a la prostitución estará legitimado como lo está la
práctica del adulterio, dado que por esta vía el hombre puede suplir las carencias de su
amada en cuanto al sexo y el gozo se refiere37.
37
Fernández Villanueva (1998, p.134).
4. CONCLUSIÓN
A lo largo del presente trabajo hemos tratado la figura del hombre y la mujer a través
de la obra Ars Amatoria de Ovidio, realizando una comparativa de ambas con lo que las
fuentes nos dice del contexto en el que se encuadra la obra, y otra con el texto crítico de
Concepción Fernández para así ilustrar, en la medida de lo posible, la veracidad (o no) de
la nueva imagen y realidad que Ovidio plasma en esta obra, especialmente en cuanto a la
mujer se refiere.
¿Es más correcto hablar de seducción y chantaje más que de amor? Estamos en un
marco de contradicciones y prácticas inmorales legitimadas. Si bien aboga por una
relación basada en el amor y el placer, sin caer en temas de tutelas, obligaciones,
matrimonio, descendencia, etcétera, vemos cómo la mujer sigue siendo fuente de pecado,
que fingen, son adulteras pasionales, que practican el incesto y pasiones inmorales y
aberrantes. Ningún hombre está excluido de amar, mientras que sí lo están algunas
mujeres. El varón es quien debe llevar la iniciativa en la relación, mientras que la mujer
adquiere cierto aire de sumisa a la que hay que controlar, pero que a su vez tiene el deber
de mantener viva la relación como hemos visto, es su obligación, llegando a tener que
fingir para ello, con el fin de complacer al otro. Se acaba con la idea de relación pasiva
por obligación, frente a un tipo basado en el amor y deseo, sexo y placer mutuo, a priori,
pero del hombre como último fin. Así podemos decir que se atribuye a la mujer una
imagen tanto de virtuosa como sosegada en la obra.
Hemos visto que se obvian temas tales como el matrimonio como institución, el
divorcio o las segundas nupcias, dado que según transmite Ovidio, si la relación se
sustenta en las bases que propone, no hay que llegar a este extremo. Pero la contradicción
se da cuando se legitimen las prácticas del adulterio, o incluso la prostitución. Se debe,
según el caso, ocultar la infidelidad o bien exhibirla por parte del hombre, y en el caso de
ser femenina, aceptarla. ¿Si estamos en una realidad de igualar las condiciones masculina
y femenina, cómo pueden permitirse el mantenimiento de ofensas?
5. BIBLIOGRAFÍA
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sociocrítica”, CONICET, n.16, pp. 1-11.
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-
Fraschetti, A., Augusto, Alianza Editorial, Madrid, 1999.
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Mañas Núñez, M. (1996-2003), “Mujer y sociedad en la Roma Imperial del siglo
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(1999). Ed. Hiperión, Madrid.
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Ovidio, Arte de Amar. Introducción y traducción de Gustavo Daujotas y Alicia
Schniebs (2009), Colihue Clásica, Buenos Aires.
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Von Albrecht, N. (2014), Una introducción a Ovidio. Traducción de A. De
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