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Estudio 07 Libratio Aqvarvm El arte romano de suministrar las aguas Isaac Moreno Gallo Ingeniero del Ministerio de Fomento, Zaragoza La civilización romana y el Estado de Bienestar Roma fue un ejemplo para la humanidad en la aplicación de la ciencia al servicio del hombre. Su avanzado derecho es hoy todavía la base del nuestro y la ingeniería era empleada en las grandes realizaciones al servicio del pueblo, las obras públicas. Una gran red de carreteras comunicaba las ciudades del Imperio y las aguas se dominaban para servir a la agricultura, a la industria y a la salud de la población. En el año 312 a. C. el primer acueducto llevaba agua de excelente calidad a Roma. Al final de la vida de la gran ciudad fueron diez los que le suministraban cerca de mil millones de litros de agua por día. La mitad de este impresionante suministro era para los baños públicos y el resto para los otros consumos de los dos millones de habitantes de la ciudad. La equivalencia de 250 litros por habitante y día es una cantidad superior a lo que consumen hoy muchas de las ciudades modernas como Londres o Nueva York. En 1954, cuatro de esos acueductos fueron renovados y bastaron para satisfacer las necesidades de la Roma moderna. Los baños públicos en Roma dan una idea de la importancia del agua para la ciudadanía. Los de Caracalla en el año 200 d. C. tenían una capacidad para 1.600 personas simultáneamente y los de Diocleciano, en el 280, tenían unas 3.000 estancias. Los viajeros encontraban baños públicos en las proximidades de las ciudades y dentro de ellas, los ciudadanos con cierto poder adquisitivo tenían piscinas de agua caliente y fría dentro de sus casas y los más modestos, al menos, una bañera. Para ellos el aseo y la higiene constituían un modo de vida irrenunciable. Los ediles supervisaban la calidad de los alimentos, la limpieza de los caminos y el correcto funcionamiento de los acueductos. La salubridad llegaba en el mundo romano incluso a la forma de deshacerse de los cadáveres. La cremación era el sistema universal que sólo fue sustituido por la inhumación por las creencias cristianas en la resurrección de la carne. 1. Acueducto romano de Albarracín a Cella, excavado en la roca. Siglos I-II d. C. Conducción de 25 km de longitud, que trasvasaba aguas del río Guadalaviar al río Jiloca para uso industrial De esta forma, las medidas sanitarias e higiénicas del mundo romano no se han alcanzado hasta bien entrado el siglo XX y esto sólo ha ocurrido en el llamado primer mundo o mundo occidental. Satisfacción de la demanda El abastecimiento de aguas a las poblaciones en el mundo romano era una necesidad política y sanitaria. Al ser inexcusable para el mantenimiento del modo de vida romano, la dotación de agua a las poblaciones se resolvía incluso antes que otras de las obras públicas, también muy necesarias para el desarrollo de la ciudad. La posibilidad técnica del abastecimiento de agua potable a las ciudades condicionaba en la mayoría de las ocasiones el propio establecimiento de éstas, incluyendo la posición exacta del núcleo urbano. Vitruvio apunta claramente la necesidad de encontrar aguas en suficiente cantidad y calidad, que posibilitasen el desarrollo de la ciudad, así como la forma de comprobar su calidad, de conducirla y de distribuirla.1 Para los gobernantes romanos, el abastecimiento de agua se convertía en una prioridad, de forma que un servicio esencial como éste era cuidadosamente procurado, legislado y administrado. Frontino 2 asume el cargo de administrador de las aguas de Roma en el 97 d. C., en sus propias palabras, como un honor recibido del emperador Trajano. Gracias al hombre riguroso y minucioso que fue, conocemos la importancia de la administración de las aguas en las ciudades y muchos de los detalles legislativos y técnicos en que se sustentaban, ya que los dejó escritos y pormenorizados en su obra. 125 01 02 Vitruvio. Libro VIII. Los diez libros de arquitectura. Frontino. De aquaeductu urbis romae. LIBRATIO AQVARVM 2. Piedra de balizamiento del acueducto del Gier (Lyon), hallada en Chagnon: Por orden del Emperador Cesar Trajano Adriano Augusto, queda prohibido labrar, sembrar o plantar en este espacio de terreno destinado a la protección del acueducto Tal era la importancia del recurso, que las canalizaciones estaban protegidas legal y físicamente, no sólo en su trazado estricto, sino en una amplia franja en forma de zona de policía, para lo que se colocaban hitos de balizamiento donde se podían leer las limitaciones de uso establecidas. Lo cierto es que, aprovechando el terreno público mal vigilado, se llegaron a establecer en los últimos momentos del Imperio, cuando aparece la costumbre cristiana de enterrar a los muertos, tumbas junto a los acueductos,3 con el grave problema sanitario que el tema conllevaba. Recientemente se han hallado un buen número de enterramientos junto al acueducto del Gier, en Chaponost, en el lugar llamado les Viollières. 03 Ídem. CXXVII. En relación con el informe presentado por los cónsules Elio Tuberón y Paulo Fabio Máximo en el sentido de que los accesos de los acueductos que llegaban a la ciudad estaban invadidos por tumbas, edificaciones y plantaciones de árboles, el Senado, preguntado su parecer al respecto, ha tomado la siguiente decisión: […] se ha dispuesto que en la proximidad de las fuentes, arcos y muros permanezca expedito a uno y otro lado un espacio de 15 pies y que en torno a los canales subterráneos y galerías dentro de la ciudad y edificios contiguos fuera de ella se deje libre, a un y otro lado, un espacio de 5 pies […] 04 Ibídem. LXXV. 05 Ibídem. CVI y CVII. 06 Ibídem. LXXXVII. 5. Existían personas encargadas de la vigilancia, reparación y mantenimiento de los canales. Las leyes establecían claramente las penas o las sanciones económicas inherentes a los incumplimientos, infracciones e incluso robos de agua o destrucciones del canal que pudieran producirse, y que de hecho se producían, como narra Frontino:4 Una segunda discrepancia se debe a que una cantidad de agua se capta junto al depósito de toma, otra, considerablemente inferior, se encuentra en las arquillas y finalmente la más pequeña, en el lugar de la distribución. La causa de este hecho es el fraude de los fontaneros, a los que he sorprendido desviando el agua de los conductos públicos para provecho de los particulares. Pero también la mayoría de los propieta126 rios, al borde de cuyas tierras pasa el acueducto, agujerean las estructuras de los canales, de donde resulta que los conductos públicos interrumpen su recorrido normal en beneficio de particulares o para uso de sus jardines. En el Estado de Derecho que fue el romano, el interés público primaba de extraordinaria manera sobre el privado en todos los ámbitos:5 […] El Senado, preguntado su parecer al respecto, tomó la decisión siguiente: que a ninguna persona privada le sea permitido hacer tomas de los conductos públicos y que a todas aquellas a quienes les haya sido concedido el derecho de desviar agua, lo hagan de los depósitos de distribución […] El derecho del agua concedida no se transmite ni al heredero ni al comprador ni a ningún nuevo propietario de las haciendas. A los baños públicos se otorgaba desde mucho tiempo atrás la prerrogativa de conservar a perpetuidad el agua una vez conseguida. En la actualidad, toda concesión de agua se renueva con el nuevo titular. El celo en la satisfacción continuada de la demanda llevaba a prevenir las contingencias que pudieran interrumpir el suministro:6 Incluso en todas las partes de la ciudad, las fuentes públicas, tanto las nuevas como las antiguas, recibieron cada una en su mayor parte dos tomas de diferentes acueductos de modo que si un acci- LIBRATIO AQVARVM dente dejaba inservible una de ellas, el servicio no se viese suprimido al ser suficiente la otra. Los técnicos romanos sabían cómo evitar que el suministro no se viera afectado por mucho tiempo en caso de avería:7 Nadie pondrá en duda, pienso yo, que los conductos más vigilados deben ser los que están más próximos a la ciudad, es decir, los que se asientan sobre piedra tallada a partir de la séptima milla, porque no sólo son una obra de enorme dimensión, sino porque cada uno soporta muchas conducciones. Y si fuese menester interrumpirlos, dejarían a la ciudad privada de la mayor parte del aprovisionamiento de agua. Hay, sin embargo, soluciones para afrontar incluso dificultades de este tipo: se construye un andamio y se le eleva hasta la altura del conducto dañado, luego un lecho con canalizaciones de plomo se empalma a través del espacio del acueducto interrumpido. El efecto publicitario del agua Los gobernantes lograban el respeto y la admiración de la población mediante la construcción de obras públicas y entre ellas, las destinadas al suministro de agua, contaban con el mayor de los aprecios. Tal vez, por estos motivos, en no pocas ocasiones se optaba por vistosas obras dudosamente necesarias pero de un efecto publicitario indudable. Son muchos los casos en los que las grandes arquerías podrían haberse sustituido por sifones mediante tuberías, igualmente eficaces y más baratos de construir. 3. Interpretación de la inscripción publicitaria que existió en letras metálicas incrustadas en el acueducto de Segovia, según A. Ramírez Gallardo, 1975 El equilibrio entre el costo de las obras de sifones por tubería (fistulae) o el de arquerías de sujeción del canal (arcuationes) no siempre estaba resuelto a favor de la economía, y en el caso de proximidad a núcleos habitados se resolvía intencionadamente a favor de las arquerías, cuyo espectáculo impactaba a la población y hacía que perdurara la memoria del promotor durante generaciones de forma mayor a cualquier otra. Muchas de las gigantescas y costosas arquerías, como las de Segovia, Tarragona o del gran Pont de Gard de Nîmes, no resistirían un estudio económico de construcción y mantenimiento sobre soluciones basadas en otras formas de conducción por tuberías. Sirva de ejemplo el caso del acueducto del Gier en Lyon, en el que se establecieron hasta cuatro enormes sifones, uno de ellos de 2.660 metros de longitud y 122 metros de flecha, constatándose en ellos un funcionamiento altamente eficaz durante la vida del acueducto. Los serios inconvenientes de mantenimiento de las arquerías no pasaron desapercibidos a Frontino:8 El efecto benefactor que sobre el pueblo tenían los acueductos era la mejor publicidad que gobernantes y potentados podían hacerse en aquella época, y desde luego no desaprovechaban la ocasión de perpetuar el hecho en inscripciones colocadas al efecto. 4. Cámara de entrada del sifón de Genilac, en el acueducto del Gier, con los orificios y la rampa de apoyo de las tuberías de plomo que lo constituían Suponemos que los actos inaugurales en estas obras guardarían no poca semejanza con los que hoy se realizan sobre la gran obra pública. Las obras de conducción de las aguas, desde su lugar de origen hasta el lugar de distribución o depósito, eran muchas veces técnicamente complicadas y siempre costosas. Pero la población, no apreciaba convenientemente estas realizaciones si finalmente quedaban ocultas, como ocurría la mayoría de las veces. 07 Ibídem. CXXIV. 08 Ibídem. CXXI. 127 LIBRATIO AQVARVM 5. Torre de descarga de presión del Acueducto de Aspendos (Turquía) 6. Esquema longitudinal general del sistema de sifones de Aspendos 09 Feijoo Martínez, S. (2005): Las presas y los acueductos de Agua Potable, una asociación incompatible en la Antigüedad: El abastecimiento en Augusta Emerita. Publicado en Augusta Emerita. Territorios, Espacios, Imágenes y Gentes en Lusitania Romana. Nogales Barrasate, t. 2005 (ed. científica). Mérida. 10 Mezquíriz Irujo, M. A. (2004), pp. 287-318: «De hidráulica romana: el abastecimiento de agua a la ciudad romana de Andelos». En Trabajos de Arqueología navarra, n.º 17. 11 Caso de la famosa acequia de la Almozara en Zaragoza, origen de pleito entre pueblos celtíberos vecinos en el valle del Ebro, dirimido por la administración romana en Contrebia Belaisca, actual Botorrita. 12 Con arquetipo en la cadena de molinos de Berbegal (Arlés) La acción del paso del tiempo o la inclemencia de los temporales la padecen ordinariamente las partes de los acueductos que están sostenidas sobre arcos o las que están adosadas a las laderas de las montañas y, entre las arcadas, aquéllas que pasan a través de un río. Y precisamente por este motivo, las reparaciones pertinentes deben ejecutarse con diligente rapidez. Las partes subterráneas, que no se encuentran a merced de los rigores de las heladas ni de los calores, son las que menos daños soportan. Otros casos conocidos en el Impero se prestan a análisis particular. El sifón de Aspendos (Turquía) es realmente la sucesión de tres empalmados entre sí por dos torres de descarga. La tubería de piedra permanece elevada en rasante horizontal sobre arquerías en mucha longitud, manteniendo constante la presión soportada en todo el tramo entre torres. Con ello se logra reducir enormemente el volumen de las superestructuras a cambio de conducir el agua a presión. Tal vez el estudio económico de una solución en tubería de plomo, apoyada sobre el terreno la mayor parte, no fue lo suficientemente rentable y se optó por el espectáculo. Y el efecto final lo es, con 1.670 metros de acueducto de tubería de piedra elevada sobre arcos. 128 Usos del agua Como hoy, el agua en el mundo romano era destinada en grandes cantidades para la agricultura. Se construyeron presas que almacenaban el agua con destino al riego por todo el Imperio, aumentando la producción y la riqueza agrícola de forma muy notable, de las que hoy apenas se conservan algunas: en España son notables las destinadas a este fin, como la de Almonacid de la Cuba (Zaragoza), la de Muel (Zaragoza) y probablemente la de Alcantarilla (Toledo). La romanidad de Proserpina y Cornalvo, en Mérida, se ha puesto en duda recientemente.9 Otras muchas, que hoy se consideran romanas en España no reúnen características estructurales ni pruebas suficientes para considerarlas como tales. Y no faltan aquellas en las que reformas o ampliaciones posteriores enmascaran o dificultan la identificación de la parte romana, si es que la hubo, como en el caso de la presa situada a tres kilómetros de la ciudad romana de Andelos (Navarra), que hoy se promociona como de abastecimiento romano de agua de boca a aquella ciudad.10 En ocasiones, simples derivaciones de los ríos servían para suministrar el riego a grandes áreas.11 Tampoco fueron raros los usos industriales, como los molinos harineros,12 y con realizaciones mucho LIBRATIO AQVARVM más espectaculares en el mundo de la minería, donde el lavado del mineral requería en ocasiones cantidades ingentes de agua en lugares de dificilísimo suministro.13 Pero el agua fundamental que los técnicos romanos tenían que procurar era la urbana. De ella dependía la higiene, la salud y el recreo de los ciudadanos. Alrededor de manantiales con ciertas virtudes surgieron ciudades enteras y muchas fueron dedicadas al agua y fundadas con su eje en este elemento. Sólo en la Península Ibérica se conocen hoy un buen número que llevaron el agua en su nombre: Aquae Celenae (Caldas de Rey - Pontevedra), Aquae Quintiae (Baños de Guntín - Lugo), Aquae Flaviae (Chaves), Aquae Querquennae (Baños de Bande Orense), Aquae Oreginis (Baños de Río Caldo - Orense), Aquae Bilbilitanorum (Alhama de Aragón - Zaragoza), Aquae Voconiae (Caldes de Malavella - Girona), Aquae Calidae (Caldas de Montbui - Barcelona) y Vico Aquario (Al norte del Duero, en Zamora). Todas las ciudades romanas tenían suministro de agua aunque, si bien es cierto que, en la mayoría de ellas no se conoce hoy el sistema utilizado con el que se consiguió. En su crecimiento poblacional se le iban añadiendo otros nuevos suministros procedentes de nuevas captaciones. Sólo unos pocos presentan vestigios de arquerías para la canalización, pero es que realmente, solo unos pocos las tuvieron. La mayoría recurrieron a la canalización subterránea, enterrada o por tubería, causa por la que hoy nada se sabe de su existencia. Nuevas dificultades encontraremos en la identificación de las fuentes romanas del agua, teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, la procedencia del agua de abastecimiento humano no se conoce en absoluto, ha sido supuesta sin pruebas, o sencillamente se ha revelado errada y por tanto posteriormente cuestionada. Captación Es necesario insistir aquí en la cuestión fundamental de la calidad del agua de boca como el factor prioritariamente buscado por los romanos para el abastecimiento, pero nuestras suposiciones no tienen ningún valor frente a lo dejado por escrito por quienes vivieron el problema en aquel tiempo. En los textos de Frontino vemos hasta qué punto fueron importantes la calidad y el sabor del agua en Roma, problema que llegó a ser considerado asunto de Estado. Del mismo modo, encontramos en estos textos muchas de las técnicas empleadas para conseguir la mejor de las calidades en la captación o destinar a los usos más convenientes las aguas que no eran las mejores.14 I: […] me ha encargado de la administración de las aguas, cargo que concierne no sólo al provecho sino también a la sanidad de la Urbe […] LXXXIX: ¿Y qué decir del hecho de que al afanoso espíritu del emperador, puesto con escrupulosísima puntualidad al servicio de sus ciudadanos, le ha parecido poco lo hasta ahora realizado al aportar gran abundancia de agua, creyendo haber contribuido poco a nuestra seguridad y deleite, si no la convierte en más pura y agradable? Vale la pena pues examinar por qué medios ha corregido él los defectos de algunas conducciones, aumentando la utilidad de todas ellas. En efecto, ¿cuándo, nuestra ciudad, al sobrevenir lluvias, por escasas que fueran, no tuvo aguas turbias y fangosas? Esto ocurre, no porque todas las conducciones tengan este defecto natural desde su nacimiento o porque lo experimenten las que provienen de manantiales, principalmente la Marcia y la Claudia, cuya transparencia, intacta desde su nacimiento, nada o muy poco se enturbia por la lluvia, siempre que vayan cubiertas. XC: Las dos conducciones del Anión son menos cristalinas, pues toman su agua de un río y a menudo se enturbian incluso en buen tiempo, porque el Anión, aunque fluye desde un lago muy limpio, como consecuencia de la velocidad de sus aguas erosiona las orillas y se enloda antes de llegar a los canales. Inconveniente al que se está expuesto no sólo durante las lluvias de invierno y verano, sino incluso en las de primavera, estación en la que se requiere sin duda una pureza más agradable del agua.15 XCI: El Anión Nuevo contaminaba a los demás porque, al llegar con un nivel muy elevado y sobre todo con mucho caudal, remedia la insuficiencia de los otros. Los fontaneros incompetentes lo desviaban a los conductos de los otros acueductos con más frecuencia de lo necesario, ensuciando incluso los acueductos dotados de suministro suficiente, y en especial el Claudia que venía por su canal independiente a lo largo de muchas millas y en la misma Roma se mezclaba con el Anión, perdiendo así su gran calidad. 13 Caso muy conocido es el de la explotación aurífera de las Médulas en el Bierzo leonés, aunque existen en ese entorno otros de mayor extensión y complejidad técnica como el caso de la explotación de la sierra del Teleno. Matías Rodríguez. R. (2006): Minería romana del oro en el noroeste de Hispania. Libro de Ponencias. III Congreso Obras Públicas romanas. Astorga, octubre 2006. 14 Hemos descubierto que incluso la misma Marcia, muy agradable por su frescor y claridad, 129 Frontino. ob. cit. 15 Por causa de la mayor temperatura ambiental. LIBRATIO AQVARVM suministraba su agua a baños, batanes e incluso menesteres indignos de ser mencionados. XCII: Así pues se resolvió la separación de todos los acueductos y la distribución de cada uno de forma que, sobre todo la Marcia, pudiese utilizarse enteramente para la bebida y que cada uno de los restantes se destinasen a usos adecuados con su cualidad característica. Así por ejemplo, el Anión Viejo, que por muchas razones y precisamente por captarse a un nivel inferior es menos salubre, debería ser utilizado para el riego de los jardines y para los servicios más deletéreos de la misma ciudad. XCIII: Y no tuvo bastante el Emperador con haber restablecido el volumen y calidad de los otros acueductos que también entrevió la posibilidad de eliminar las deficiencias del Anión Nuevo. Así dio la orden de abandonar la captación del agua del río y buscarla a partir del lago situado encima de la villa de Nerón, en Subiaco, en donde el agua es más clara. De este modo, al tener ahora el Anión su fuente en la parte de arriba de Treba Augusta, ya sea porque desciende a través de rocosas montañas con muy pocas tierras cultivadas en torno a esa plaza fuerte, o bien porque decanta sus sedimentos en los estanques en los que es recibido, y por estar cubierto, además, por la sombra de los bosques circundantes, llega hasta allí muy frío y limpio. Esta peculiaridad tan excelente de su agua, que le lleva a igualar a la Marcia en todas sus propiedades e incluso a superarle en caudal, reemplazará el agua sucia y turbia de antes, mientras una inscripción hará mención del emperador César Nerva Trajano Augusto como su reciente constructor.16 16 De nuevo la búsqueda del efecto publicitario y de la perduración del emperador en la memoria del pueblo a través de la Obra Pública. 17 Feijoo Martínez, S. (2005): «Las presas y los acueductos de Agua Potable, una asociación incompatible en la Antigüedad: El abastecimiento en Augusta Emerita». Publicado en Augusta Emerita. Territorios, Espacios, Imágenes y Gentes en Lusitania Romana. Nogales Barrasate, t. 2005 (ed. científica). Mérida. 18 Vitruvio. Los diez libros […] ob. cit. 19 Paladio: Tratado de Agricultura. Biblioteca Clásica Gredos, n.º 135. Traducción Ana Moure Casas (1990). Vemos entonces cómo los romanos buscaban el agua de mayor potabilidad, entendiendo con ello la que en origen era la más clara, la más fría, la captada a mayor altura y la de mejor sabor. A continuación, insistían en conservar estas cualidades a toda costa, cubriendo los canales y evitando los rayos solares, evitando el arrastre de sólidos mediante la disminución de la velocidad del agua y eliminando el contacto con materiales erosionables. Últimamente, han surgido tesis que vienen a confirmar estos afanes imperiales que nos describe Frontino. Tras un estudio técnico-constructivo que concluye que las presas emeritenses no son de origen romano, el problema se acaba extendiendo a poner 130 en cuestión el destino del agua represada, estancada o de mala calidad, para el consumo humano en el mundo romano.17 Otros textos clásicos apoyan estos desvelos de los técnicos romanos para preservar la salud de la población. Vitruvio, libro VIII: 1: Las aguas que discurren por terrenos llanos son salobres, gruesas, algo templadas y de mal sabor […] excepto las que procedan de las mismas montañas, que, siguiendo un curso subterráneo, broten en medio de la llanura; a la sombra de los árboles resultan tan agradables como las aguas de los manantiales de alta montaña. Si hay manantiales que hacen fluir el agua al descubierto, será sencillo disponer de ella; pero si no aflora al exterior, deben buscarse y deben captarse bajo tierra sus manantiales. 3: Por todo esto, debe ponerse la máxima atención y habilidad en buscar y elegir bien los manantiales para proteger la salud de los humanos. 6: Su obra de albañilería debe ser abovedada, con el fin de proteger el agua de los rayos solares.18 Paladio I: 4: La salubridad del agua se reconoce así: ante todo que no proceda de estanques o charcas […] 17: Resultará higiénico llevar allí el agua por tuberías de barro y que se recoja en una cisterna cubierta; pues el agua de lluvia es la mejor de todas para beber, hasta el punto de que, aunque pueda recurrirse al agua de ríos, que no es sana, deba dejarse para los baños y el cultivo de las huertas.19 Por tanto, debemos considerar acertada la conclusión de que el agua de boca en el mundo romano era buscada fundamentalmente en manantiales de calidad, en galerías de captaciones hechas al efecto o en aguas de montaña, frías y de calidad, captadas a partir de pequeños lagos o arroyos de montaña. Los pozos solo cubrirían los abastecimientos sin posibilidad de proceder de las captaciones anteriormente mencionadas. Las presas, como agua estancada que son, no solían reunir la calidad suficiente para la función sanitaria buscada, y si en algún caso la reunían, esta LIBRATIO AQVARVM calidad, no era ni permanente ni comprobable por la tecnología romana, que para estos casos se basaba en métodos empíricos. derivaba a escasos 20 kilómetros de la capital para suministrar de agua del propio río a la población romana.20 Existiendo la posibilidad de captar de manantiales y la técnica suficiente para traer el agua de muy lejos, en ocasiones de lejísimos, el riesgo de confiar la salud de la población al agua embalsada, por buena que fuera, era muy alto y con ello alejado de los usos, la inteligencia y el pragmatismo romano. Sin embargo, a menor distancia todavía, se encuentran los potentísimos manantiales que abastecieron a la ciudad de Caesravgvsta, de los que hemos tenido noticias documentales de su uso por los romanos,21 que hemos conocido personalmente y que por su potencia, calidad, cota y distancia, no sólo sirvieron de abastecimiento a la ciudad romana sino que condicionaron decisivamente el lugar de su fundación. Conocemos varios casos de captaciones alejadas más de 100 km de la población a la que abastecían, pero distancias entre 50 y 80 km de recorrido entre las fuentes y la ciudad eran muy habituales. Ocurría en regiones que, además, se caracterizan por no ser escasas en agua, por ejemplo en las Galias, donde los acueductos de Nîmes y Arlés tienen más de 50 km y dos de los de Lyon tienen 70 y 86 km respectivamente. En Alemania, el de Colonia, tiene 95 km. Existen bastantes casos en los que las captaciones han sido mal identificadas, en orígenes desde los que los romanos nunca se hubieran servido, alimentando con ello las teorías que confirmaban que los ríos o las presas servirían para el abastecimiento de agua de boca. Tal es el caso de la actual Zaragoza, donde desde hace años se había asumido que el río Gállego se 7. Gran surgencia de agua cristalina de uno de los manantiales de la Joyosa (Zaragoza), formaron el sistema de captación de aguas para Caesar Augusta Puede decirse hoy que Zaragoza está donde está porque estos manantiales están donde están. Este grupo de manantiales, situados en torno a los lugares de la Joyosa y Marlofa, a unos 19 kilómetros al occidente de Zaragoza, manan aún hoy con un caudal impresionante, un agua cristalina y fresca. Hoy, sin embargo, suministran únicamente agua de riego a la acequia de la Almozara, que recoge su caudal para que no se pierda en el río Ebro. Con apenas un metro de caída por cada mil de distancia, llegaba el agua hasta lo más alto de la ciudad de Caesaravgvsta con un caudal que, a falta de cálculos no realizados, por el número y diversidad de manantiales y el soterramiento antrópico actual de algunos de ellos, sería, en todo caso enorme, 131 20 González Tascón, I. (1994): El Acueducto Romano de Caesaraugusta. CEHOPU. MOPT y MA. 21 Fundamentalmente del matemático Josef Costa del siglo XVII, en un informe en el que propone retomar las captaciones romanas para el abastecimiento de Zaragoza. Publicado por: Blázquez Herrero, C. (2005), p. 20 y ss.: Zaragoza. Dos milenios de agua. LIBRATIO AQVARVM 8. Uno de los registros de las galerías de captación del acueducto de Rabo de Buey en Mérida. Un potente acuífero fue interceptado con un sistema de galerías horizontales que luego se canalizaron a Emerita Augusta. Hoy sigue circulando el agua por la conducción A pesar de que los depósitos están instalados preferentemente en las crestas de la colina, lugares con cuenca de recepción nula, y a pesar de existir una precipitación pluviométrica media anual de sólo 300 mm, lo que hasta ahora se ha escrito sobre el abastecimiento de Bilbilis es que se realizaba mediante el agua de lluvia almacenada en estos aljibes.22 Pero, los condicionantes orográficos e hidrológicos, no han variado desde que se instalaron allí los romanos y todos los factores intervinientes siguen en su sitio: desmesurado incluso para la época. Hoy mismo, si no hubieran sido destruidos, aterrados o usurpados sin miramientos y aplicando las mejoras oportunas de captación en origen, ayudarían mucho en cantidad y calidad al abastecimiento de la actual población de Zaragoza. Y para finalizar con otro caso cercano a éste, mencionaremos el de la ciudad romana de Bilbilis. La ciudad romana cuenta con un numeroso y complejo sistema de depósitos de almacenamiento y distribución, situados en la colina exenta en la que se construyó la ciudad. También muestra evidencias de un consumo elevado de agua por la existencia de varias piscinas públicas en su zona más alta, a las que además no pueden abastecer por gravedad la gran mayoría de los depósitos existentes. 9. Potente manantial en la Joyosa (Zaragoza), hoy infrautilizado a pesar de su caudal, que forma parte de un numeroso grupo del que se captó el agua para Caesar Augusta 22 Martín Bueno, M. (1975), pp. 205-222: El abastecimiento y distribución de aguas al Municipium Augusta Bilbilis. Hispania Antiqua V. Valladolid. 132 Las fuentes de Marivella, situadas a tres kilómetros al oriente de Bilbilis, han presentado siempre un caudal y una calidad excepcional, hasta el punto de haber sido vendida su agua en Calatayud por aguadores, hasta los años 50 del siglo XX, anunciándola en voz alta por las calles como «agua de Marivella», a modo de marca de calidad. Modernamente, su acuífero ha sido terriblemente sobrexplotado y rebajado de nivel hasta límites inimaginables, mediante pozos mecánicos de pequeño diámetro con bomba sumergida que alimentan a un hotel y a decenas de chalés con sus piscinas incluidas. Solo la gran urbanización allí instalada ha ocasionado que las mejores fuentes de la comarca permanezcan hoy prácticamente secas. La situación de las fuentes de Marivella, cota (660 m.s.n.m.), su caudal y su calidad, fueron sin duda el condicionante principal que provocó que la Bilbilis Italica se encuentre donde está y no en otro sitio. LIBRATIO AQVARVM No existió condicionante geoestratégico mayor que éste para la fundación de la ciudad en el cerro de Bámbola, ni otro motivo para que su trama urbana no supere la cota de las termas en dicho cerro, límite al que pueden alimentar las fuentes de Marivella. La cadencia altimétrica en la que se fueron situando los depósitos y su alimentación sucesiva por tubería, de la que quedan restos en alguno de ellos, prueban una planificación seria del almacenamiento y la distribución en el destino. Pero, mal pueden conocer el abastecimiento romano de la ciudad quienes llevan invertido en su estudio tanto tiempo y costo, si tampoco disponen de la cualificación suficiente para abastecerla hoy, si tuvieran que hacerlo. Conducciones Hemos visto que, con preferencia, las canalizaciones eran subterráneas en la mayoría de su longitud. Esto contribuía a mantener el frescor y la calidad del agua. Incluso en las partes aéreas, sobre muros o sobre arquerías, el canal estaba siempre cubierto. Los canales de fábrica cubiertos y las galerías excavadas en roca eran muy frecuentes para los grandes caudales, normalmente para grandes núcleos urbanos. Pero, habitualmente, cuando los caudales eran menores, se recurría a las tuberías. Éstas podían ser de piedra, de cerámica o de plomo. Los sifones se resolvían siempre mediante tubería o grupos de ellas. Disponían de fábricas específicas de sujeción al terreno, si así lo requería la presión que debían soportar (altura de agua). Estos elementos técnicos, en contra de lo que se piensa, fueron muy habituales en el abastecimiento de las ciudades, en algunos casos con magnitudes espectaculares. Los fontaneros romanos dominaron perfectamente la conducción del agua a presión, tal y como queda demostrado en muchas de sus realizaciones que hoy conocemos. Del análisis de la situación de las ciudades de esa época, se deduce claramente que muy pocas tuvieron la suerte de tener toda la conducción de su abastecimiento de agua rodada, teniendo que recurrir, al menos en alguna ocasión, al sifonamiento. En las canalizaciones es donde los romanos demostraron el dominio de la técnica y de la ingeniería del agua. En ocasiones, siendo muy largas, se dotaban de pendientes muy pequeñas y precisas desde la toma hasta el destino. Era considerada la naturaleza del revestimiento del canal, así como la del agua en su contenido de cal, buscando un equilibrio entre 133 10. El gran sifón de Patara (Turquía), con tubería de piedra 11. Tubería de piedra de uno de los dos acueductos conocidos en Sasamón (Burgos) LIBRATIO AQVARVM 12. Tuberías romanas de plomo de distintos calibres. Se aprecia el cordón de cierre de la lámina plegada que forma la tubería. Museo de Arlés 13. Ánfora con la que se formó un codo de 90º en una conducción urbana de Arelates. Museo de Arlés pendiente y velocidad para que ni el canal sufriera erosión, ni fuera depositada demasiada concreción calcárea. Antes, como ahora, se cometieron errores en este aspecto. Se conocen pocos de ellos en el mundo romano pero los que se han constatado, se pagaron muy caros. 14. Arquerías del acueducto de Forum Julii (Frèjus) que los romanos se vieron obligados a duplicar en el tramo de Escoffier. La pendiente ínfima provocó graves problemas para absorber todo el caudal del acueducto En ocasiones, todo el acueducto moría por exceso de depósitos calcáreos disminuyendo el caudal hasta hacerlo inservible. En otras, fue necesario duplicar la canalización en tramos concretos con pendiente deficiente, bien para recuperar el caudal original mermado por el estrangulamiento de la concreción, o bien para lograrlo debido a un error de cálculo en una pendiente que no consiguió la velocidad requerida en el tramo. Siendo el caudal el producto de la velocidad del agua por la sección del canal, en ambos casos, el acueducto delataba el problema desbordando aguas arriba de la deficiencia o entrando en presión en el tramo, causando con ello daños al canal. 134 Siempre se disponían pozos de registro regularmente repartidos para facilitar el mantenimiento del canal. En las galerías excavadas en la roca, además, estos pozos servían para facilitar la excavación simultánea en varios frentes y la retirada de los materiales, para ventilar el conducto, introducir el replanteo de la obra y finalmente balizar en superficie el trazado, controlando la zona de afección del acueducto. El control geométrico que el ingeniero romano disponía de estos canales subterráneos era casi total. Aunque muchos de estos canales son hoy desconocidos, se sabe que las mayores proezas de este tipo se realizaron en el mundo de la minería, donde los requerimientos de canalización de LIBRATIO AQVARVM 15. Pozo de registro de 35 m de altura, en una de las galerías subterráneas del acueducto de Vxama Argelae (Soria) 16. Canal excavado en la roca, en una curva de nivel próxima a la superficie y cubierto posteriormente con losas. Ciudad romana de Termes (Soria) 135 LIBRATIO AQVARVM 17. Probable rectificación de trazado en una de las galerías subterráneas del acueducto de Vxama. La sección, uniformemente excavada hasta este punto, es desviada para encontrarse con un tramo que probablemente empezó a excavarse desde la dirección contraria 18. Canal en galería subterránea profunda excavada en la roca. Acueducto de Vxama (Soria) 136 LIBRATIO AQVARVM 19. Vista de una de las enormes cámaras de los depósitos romanos de Cartago (Túnez) 20. Cámara de la cisterna grande de Vxama (Burgo de Osma), construida de hormigón (opus caementicium) en forma semitoroidal 137 LIBRATIO AQVARVM 21. Revestimiento de opus signinum visto en uno de los cajeros rotos del acueducto del Gier (Lyon) 22. Cámara de distribución del castellum aque de Nemeasus (Nîmes). Los orificios calibrados distribuían el caudal a los distintos barrios de la ciudad romana agua para la propia explotación minera, o para el drenaje de las explotaciones, alcanzaron parámetros impresionantes. A título de ejemplo, podemos citar el caso del Coto Fortuna del área minera de Cartagena-Mazarrón (Murcia), donde se hacía circular el agua por una galería de 1,8 km de largo, 1,30 x 2 m de sección, y a 70 m bajo la superficie.23 Desenvolverse con precisión a ese nivel del subsuelo reviste mucha mayor dificultad técnica, sobre todo de replanteo topográfico, que la construcción de muchas de las vistosas arquerías que daban soporte a las canalizaciones aéreas. Bien es cierto que, algunas de las grandes arquerías que aún se conservan, constituyen obras impresionantes de arquitectura. Como hemos apuntado, varias de ellas con un carácter excesivo para el cometido encomendado. Eran objeto publicitario porque con ellas podía impresionarse a la población fácilmente, como aún hoy ocurre, pero esto no era posible con las grandes galerías subterráneas, realizaciones técnicas que de nuevo hoy permanecen desconocidas o poco valoradas. Sin embargo, la mayor parte de la longitud de las canalizaciones se encontraba justo bajo la superficie. La técnica más empleada consistía en excavar el canal siguiendo la curva de nivel adecuada y después cubrirlo de tierra. Tras construir los hastiales, se hacía necesario dotarlo de un sistema de cobertura como bóvedas, losas, etc. Cuando el caudal a conducir era menor, y por tanto menor la sección necesaria, solía enterrarse una tubería de piedra o de cerámica, que podía conducir el agua rodada en mejores condiciones de estanqueidad. 23 Guillén Riquelme, M. C. (1997): Mazarrón 1900. Ayuntamiento de Mazarrón. La estanqueidad de los conductos grandes se aseguraba mediante mor teros impermeabilizantes colocados en las juntas de las piezas que compo138 nían el canal, o revistiendo toda la super ficie mojada del canal cuando éste era de obra de fábrica. Una mezcla de cal y cerámica molida (opus signinum) era el mortero universalmente empleado para este cometido. Las tuberías de arcilla cocida fueron frecuentemente empleadas, pero las de plomo eran de mayor calidad y soportaban mejor las presiones y los movimientos provocados por la presión en los sifones. Rara vez han llegado hasta nosotros los tubos de plomo romanos. Los que quedaron en superficie se saquearon tras la caída del Imperio por el valor del metal. De las miles de toneladas de tubería de plomo que componían los cuatro sifones gigantes del acueducto del Gier con destino a Lugdunum, actual Lyon, no se ha encontrado ni rastro de este preciado metal. Solo ha pervivido en el nombre de la ladera sobre la que se sustentaba uno de los sifones, el de Genilac, hoy llamada «la plombière». Al final de la conducción se encontraban los depósitos de almacenaje y distribución (castellum aque). Estos depósitos podían consistir en uno muy grande, varios menores intercomunicados entre sí, o un conjunto formado por ambos tipos. En ocasiones, el propio depósito se constituía en sí mismo como una gran obra de ingeniería por su tamaño. Es famoso el caso de Cartago (Túnez), donde el depósito de agua de la ciudad constaba de quince cámaras paralelas, alargadas, de 7,4 x 102 m de longitud cada una. Un auténtico coloso que almacenaba cerca de 60.000 m3 de agua. Aunque muchos otros de enorme tamaño son conocidos por todo el Imperio, la orografía de las ciudades obligaba a buscar otras veces soluciones menos espectaculares, pero no menos eficaces. A partir de ellos, una enorme red de tuberías de plomo de diferentes secciones y capacidades, dis- LIBRATIO AQVARVM tribuía el agua a todos los destinos de la ciudad. Las preferencias, según Vitruvio, eran en este orden: las fuentes públicas, las termas y finalmente las casas particulares. Casi todas las urbes romanas tuvieron suficiente caudal para colmar estas necesidades y aun otras más superfluas, como el riego de jardines y la limpieza de las calles, como indica Frontino en sus escritos. Depuraciones La calidad del agua utilizada por los romanos era por lo general excelente, ya en la captación. Este factor era buscado escrupulosamente y conseguido casi siempre. No tenían posibilidades de depurar el agua desde el punto de vista bacteriológico o químico y de ninguna forma podían arriesgarse a que el agua contuviera contaminantes de ese tipo. La búsqueda de la mejor calidad y la prevención de su deterioro en la canalización era por tanto el método empleado, y no era malo. Sin embargo, las impurezas minerales en suspensión eran frecuentes. Muchas veces procedían del propio manantial pero, sobre todo, eran generadas en el recorrido del agua por el canal, de cuyo desgaste mismo procedían muchas de ellas. Para evitar una velocidad alta del agua que ocasionase erosiones en el canal, la pendiente del canal era cuidadosamente estudiada y calculada en función de la naturaleza de la superficie mojada. Independiente del salto de cota disponible entre la cap- tación y el destino, éste era el factor fundamental que condicionaba la pendiente. Pero la roca en la que se excavaban las galerías, los revestimientos impermeabilizantes, las tierras que lograban entrar en el canal a lo largo del acueducto, etc., provocaban impurezas. Por ello, se procuraban cámaras especiales donde se forzaba la disminución brusca de la velocidad del agua, ensanchando repentinamente la sección del canal. De esta forma las partículas en suspensión se sedimentaban en el fondo, decantando. Estos decantadores eran establecidos en la misma salida del manantial cuando se creía necesario, obteniendo así un primer desarenado muy útil. Otras veces se establecían en los lugares de llegada del agua a la ciudad, y muchas otras eran los propios depósitos de distribución los que hacían las veces. Estos depósitos, al contar con varios compar timentos divididos en su planta e incluso formados por más de un nivel de cámaras de almacenaje, lograban reducir enormemente la velocidad de circulación del agua obligándola, además, a realizar el recorrido más largo posible hasta decantar la totalidad de los sólidos en suspensión que pudiera llevar. Si estos sistemas no eran suficientes se establecían cámaras decantadoras intermedias en el recorrido aprovechando para ello artefactos creados para otras funciones, como arquetas intermedias de 23. Depósito romano ajustado el esquema descrito por Vitruvio. Situado en la colina Fourvière de Lyon 139 LIBRATIO AQVARVM 24. Esquema de funcionamiento de un gran depósito de decantación formado por varias cámaras en dos niveles, donde se obliga al agua a circular lentamente 25. Fuente habilitada en una cámara decantadora intermedia en un acueducto toma de caudal para otros usos, fuentes públicas, o los propios pozos de registro. tos ópticos que modernamente hemos manejado en la técnica topográfica. Estos pozos, fabricados de buen tamaño, contaban con rebajes en su fondo llamados areneros que, limpiados periódicamente, jugaban un importante papel como decantadores intermedios.24 Los resultados obtenidos por los romanos sólo son posibles mediante una nivelación científica seria, conociendo con precisión técnicas avanzadas de topografía, así como la forma de la tierra, sus dimensiones y la influencia que ésta tiene en las nivelaciones de gran longitud.25 Siendo necesario conocer todo esto, es imprescindible también contar con aparatos de precisión que permitan recoger los datos altimétricos principales para el estudio y proyecto del acueducto, así como transportar al terreno el necesario replanteo de la obra.26 Las claves del problema De la observación y del análisis detenido de las 24 En el acueducto del Gier, en Lyon, uno de cada dos pozos de registro es de mayor tamaño para disminuir más la velocidad del agua y facilitar la decantación, disponiendo de arenero. Litaudón, J. C. (2004), p. 81: Les aqueducs anticues. Comduire l’eau (aqvaeductus). Elementos de Ingeniería Romana. Libro de ponencias. Congreso Europeo «Las Obras Públicas Romanas». Tarragona, noviembre de 2004 25 Moreno Gallo, I. (2004), pp. 25-68: Topografía Romana. II Congreso Europeo Obras Públicas Romanas. Tarragona, octubre de 2004. Libro de Ponencias. Tarragona. 26 Ídem. obras de abastecimiento de aguas que hasta nosotros han llegado, hemos deducido las técnicas de captación y canalización empleadas por los romanos, sus características constructivas, los materiales empleados y su excelencia en general. Estos acueductos funcionaron durante tres o cuatro siglos con un alto grado de eficacia, permitieron la salud de la población y la supervivencia de una civilización muy avanzada en todos los campos de la ciencia. Pero fue la ciencia misma la que permitió la existencia de estas canalizaciones. Las labores de nivelación de estos canales, muchas veces de varias decenas de kilómetros, revisten una notable dificultad, incluso para los instrumen140 Quienes han tenido la necesidad de replantear una acequia un poco larga saben que el trabajo es arduo y forzosamente repetitivo. Es necesario tomar los niveles en tramos cortos, avanzar con cuidado para no cometer errores y repetir el itinerario varias veces para asegurar los resultados, promediando los pequeños errores que siempre se producen. Si extrapolamos esta labor a un acueducto real bien conocido, como el de Nemausus (Nîmes), de más de cincuenta kilómetros de longitud, donde las fuentes apenas están doce metros más altas que el depósito de destino en la ciudad, y que discurre por una orografía quebrada, nos hallaremos ante un LIBRATIO AQVARVM reto impresionante que los topógrafos actuales se pensarían más de una vez antes de acometer. Básicamente, se plantearían las siguientes cuestiones antes siquiera proyectar o presupuestar el acueducto: • Cómo saber que las fuentes de la captación, en Vcetia (Uzès), están más altas que Nemausus, dada la poca diferencia de cota en tan larga distancia. • Sabido esto, cómo averiguar la diferencia exacta de cota que nos garantice la viabilidad de la canalización. • Comprobado que la viabilidad está al límite (0,02 % de pendiente), cómo ser capaces de replantear con precisión el canal necesario con esa ínfima pendiente. • Cómo conocer la calidad real del agua en su contenido de cal, que nos asegure que con tan poca pendiente no se ciegue muy deprisa el canal por concreción calcárea. Y una vez que los ingenieros tomaron la arriesgada y valiente decisión de construir el acueducto, nuevos problemas surgieron: • Hubo que construir el canal, con tan pequeña pendiente, en una orografía quebrada, sin cometer ningún error en el proceso que podría haber inutilizado lo construido. • Fue necesario construir grandes cajeros para una gran sección de canal, ya que la poca pendiente del canal y la escasa velocidad del agua obligaban a esta solución para mantener el caudal de dotación necesario. • La gran sección del canal agigantó las estructuras de sujeción, incluidas las arquerías del gran Pont de Gard, así como todas las labores de excavación y el resto de las fábricas. Sin embargo, el acueducto se construyó primorosamente y funcionó con la máxima eficacia durante al menos tres siglos. Otros acueductos conocidos presentaron nuevos retos. Cada uno de ellos era un caso aparte, a veces sencillo de resolver, pero otras, de complicada solución. Los conocimientos científicos necesarios para llevar a buen fin estas obras fueron heredados de civilizaciones anteriores. En el mundo griego y en parte en el egipcio existían ya conocimientos topográficos de 141 26. Dioptra reconstruida y presentada en los actos de Tarraco Viva de 2006. Tarragona LIBRATIO AQVARVM 27. Corobate romano puesto en estación y listo para su uso y esquema de funcionamiento (reconstruido según la descripción de Vitruvio, ensayado y patentado por nosotros en 2004). «El corobate es una regla recta de aproximadamente veinte pies de largo (unos 5,92 m). En los extremos posee unas ménsulas que se corresponden con exactitud, poseen la misma medida y están fijadas en los extremos de la regla formando un ángulo recto» (Vitruvio, De Architectura libri decem, liber VIII, cap. V, 1) Vitruvio: De Architectura libri decem, liber VIII, cap. V, 3: «Quizá algún lector de las obras de Arquímedes dirá que no se puede hacer una nivelación fiable por medio del agua, porque Arquímedes sostiene que el agua no tiene una superficie horizontal, sino que es de forma esférica y tiene su centro en el centro de la Tierra». 27 Asunto mencionado por gran utilidad para estas labores. Los propios griegos construyeron ya grandes acueductos. Eratóstenes ya había determinado el radio de la Tierra con mucha precisión en el siglo III a. C. Tales, Pitágoras, Euclides, Hiparco y Herón, habían desarrollado los cálculos trigonométricos lo suficiente como para convertirlos en una herramienta muy poderosa para las labores topográficas. Se conocía con precisión la influencia de la esfericidad de la Tierra en la nivelación de las aguas, al menos desde su postulado por Arquímedes.27 Ya se sabía el efecto del uso de las visuales largas en las labores de nivelación y el error que éstas ocasionaban. Sin embargo, conociendo como conocían el radio de la Tierra y el error que la esfericidad ocasiona en las visuales horizontales, las visuales largas nocturnas 142 ayudadas de fanales permiten la determinación de los incrementos de cota con menos error que las nivelaciones iterativas clásicas, que conllevan muchos cambios de estación y la acumulación de importantes errores. La instrumentación utilizada para la nivelación de las aguas era variada. Se sabe que la Dioptra se usaba para fines de nivelación pero, como el mismo Vitruvio nos anuncia, en las nivelaciones de precisión era el corobate el utilizado. Ambos instrumentos han sido objeto de interpretación en los últimos siglos, ya que sólo unos pocos textos clásicos los describían vagamente. Después de comprobar el poco acierto de las reconstrucciones hasta ahora propuestas, con aparatos resultantes altamente ineficaces, nosotros hemos realizado la reconstrucción de ambos aparatos siguiendo las descripciones de los textos clási- LIBRATIO AQVARVM cos disponibles. Así, hemos comprobado que tanto la Dioptra,28 un verdadero teodolito de la antigüedad, como el corobate,29 tenían una precisión y una eficacia admirables y en todo caso suficiente para su uso en los grandes retos de la obra pública que los romanos nos legaron. Las pruebas a las que hemos sometido al nivel romano, en directa competencia con el nivel moderno dotado de óptica, han dado como resultado una precisión comparable entre ambos, y por tanto adecuada para las más difíciles nivelaciones que hemos mencionado. Conclusión Las proezas técnicas encontradas en los acueductos romanos conocidos son innumerables. Acueductos romanos cercanos a los 100 kilómetros de longitud existen en Colonia (Alemania) y de 132 kilómetros en Cartago (Túnez). Mayor de 240 kilómetros era el de Constantinopla (Estambul) 30 y de 143 kilómetros uno sólo de los de abastecimiento del complejo aurífero de las Médulas (León), cuya red supera los 600 kilómetros. 86 kilómetros tiene el de Gier en Lyon y 70 el de Brévenne en la misma capital. Pérgamo (Turquía), Arlés y Nîmes (Francia), rondan los 50 kilómetros. Cherchel (Argelia), Reims y Béziers (Francia), están entre los 40 y 45 kilómetros. Si la pendiente media del acueducto de Nîmes es de un increíble 0,2 ‰ (20 centímetros de caída por cada kilómetro), la de Carhaix, en la Bretaña francesa y la de Pérgamo, son del 0,3 ‰ y la de Reims del 0,5 ‰. Los sistemas de sifones que presentan los cuatro acueductos que alimentaban Lugdunum (Lyon), presentan cifras increíbles. Los cuatro del acueducto del Gier suman más de 5 kilómetros de longitud, el sifón doble de Yzeron tiene cerca de 6 kilómetros. Casi 4 kilómetros suman los dos Mont d’Or y otro tanto el único de Brévenne. Y nos quedan por descubrir muchos acueductos romanos cuyas características nos asombrarán de nuevo. Muchas de las técnicas utilizadas aún permanecen ocultas ante la falta de un análisis riguroso de estas obras. Aún no sabemos si la elevación del agua por medios mecánicos fue habitual en el mundo del abastecimiento de aguas romano. A pesar de la escasa rentabilidad de este medio, en una civilización cuya tecnología permitía conducir por gravedad el agua a lugares inverosímilmente altos, hemos conocido grandes depósitos de agua situados decenas de metros sobre la cota llegada del impresionante canal romano excavado en la roca en la ciudad de Vxama.31 Las asociaciones entre los depósitos encontrados y las distintas canalizaciones conocidas o por conocer, no están resueltas en la mayoría de las ciudades romanas en las que algunos de estos elementos han aparecido. En otros casos no se ha resuelto la situación de las fuentes o el trazado de gran parte de la canalización. Y en la gran mayoría de las ciudades romanas no se ha resuelto ninguna de las incógnitas que intervienen en el problema. Pero ciertamente, sólo un alto nivel científico y tecnológico posibilitó estas realizaciones y desde estas premisas deberán acometerse los estudios de los acueductos romanos, así como de todos los campos de la ingeniería de esa época en general, si se quiere avanzar de forma seria en el conocimiento de la civilización romana. 28 Moreno Gallo, I. (2006), pp. 357-367: Dioptra. Nuevos Elementos de Ingeniería Romana. III Congreso Europeo Obras Públicas Romanas. Astorga, octubre de 2006. Libro de Ponencias. 29 Moreno Gallo, I. (2004), pp. 25-68: Topografía Romana…, ob. cit. 30 Çeçen, K. (1996): The longest roman water supply line. Estambul, p. 267. 31 García Merino, C. (2006): Avance al estudio del acueducto de Uxama. Nuevos Elementos de Ingeniería Romana. III Congreso Europeo Obras Públicas Romanas. Astorga, octubre de 2006. Libro de Ponencias. BIBLIOGRAFÍA BLÁZQUEZ HERRERO, C. (2005): Zaragoza. Dos milenios de agua. ÇEÇEN, K. (1996): The longest roman water supply line. Estambul. Romana. 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