Dialogo artístico durante
laArteEdad
Media
islámico - arte mudéjar
Prólogo
5
Pedro Martínez-Avial, director general de Casa Árabe
Introducción: diálogo artístico durante la Edad Media
7
Francine Giese and Alberto León-Muñoz
Introduction: artistic dialogue during the Middle Ages
11
Francine Giese and Alberto León-Muñoz
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
15
María Teresa Casal García
Mezquitas en revisión: nuevos enfoques y propuestas
29
Carmen González Gutiérrez
La identidad del obrero en la Córdoba islámica
45
Dede Fairchild Ruggles
Dibujos de la mezquita-catedral de córdoba. Viajeros y artistas en la primera mitad del xix
59
Antonio Gámiz Gordo
La unidad de al-Ándalus y el Magreb en la primera mitad del siglo xii:
aportaciones de los almorávides al arte medieval peninsular
79
María Marcos Cobaleda
Al-Ándalus en el arte español. Relatos de inclusión y exclusión. Víctimas historiográficas
93
Juan Carlos Ruiz Souza
Islamic heritage and the regional aesthetics of the Ebro Valley at
the Santo Sepulcro in Torres del Río (Navarra)
107
Robin Haedong Kim
El espacio conquistado en el bajo valle del Guadalquivir: la restauración eclesiástica
en las sedes de Córdoba y Sevilla y el ritual de transformación de mezquitas en iglesias
121
Isabel Montes Romero-Camacho y Magdalena Valor Piechotta
Tracing problems of Spanish art and architectural histories on Mudéjar
145
Meltem Özkan Altınöz
Victorian architects and Mudéjar architecture
Íñigo Basarrate
157
4
UN MODELO DE URBANISMO OMEYA EN
CÓRDOBA/QURTUBA: EL ARRABAL EMIRAL
DE SAQUNDA
María Teresa Casal García
E
l año 711 d. de C. marcará el inicio de la conquista de la Península Ibérica,1 y es
precisamente en este año cuando documentamos la primera referencia a Saqunda,
mencionada como qarya (‘alquería’),2 en relación al pasaje de la conquista de
Córdoba por Mughith.
Como capital de al-Ándalus desde el año 716 d. de C., Córdoba inicia un proceso de
trasformaciones urbanísticas llevadas a cabo por el gobernador al-Samh entre los años 719
y 720 d. de C. Se reconstruye el puente y parte del lienzo de la muralla,3 heredados de la
etapa romana y fundamentales para el afianzamiento y control de la ciudad por los nuevos
pobladores. Al interior de la madina se disponen las dos calles principales que unirán las
puertas Bab al-Yahud (norte) y Bab al-Qantara (sur), y Bab Amir (oeste) y Bab Ibn al-Yabbar
(este) de la ciudad. A partir de las calles principales se dispondrían las calles secundarias y
adarves que irían configurando las diferentes manzanas y el parcelario de la ciudad.
1
2
3
Eduardo Manzano (1999). «Las fuentes árabes sobre la conquista de al-Ándalus: una nueva interpretación», Hispania, LIX/2, nº 202, pp. 389-432.
Ajbar, Anónimo (1994). Ajbar Maymu’a fi fath al-Ándalus wa dikr umara-’iha. Ajbar Machmu’a (colección
de traducciones): crónica anónima del siglo XI. Ed. traducida de Emilio Lafuente Alcántara. Madrid: Real
Academia de la Historia y Geografía, 1867.
Manuel Acién, Antonio Vallejo (1998). Urbanismo y Estado Islámico: de Corduba a Qurtuba-Madinat
al-Zahra, en Patrice Cressier y Mercedes García-Arenal (eds.), Genèse de la ville islamique en al-Andalus et
au Maghreb occidental. Madrid: Casa de Velázquez, pp. 107-136.
15
María Teresa Casal García
Al exterior de la madina destacará la fundación, en el año 720 d. de C., del primer
cementerio musulmán de Qurtuba,4 la maqbara al-rabad, y una musalla aneja.5 Presentan
especial relevancia por su relación con el arrabal de Saqunda. Se localizaban en la orilla
izquierda del río Guadalquivir, cercanas al único punto de acceso a la ciudad por el sur, el
Puente romano. Los cementerios formarán parte de un programa general de islamización
del paisaje llevado, a cabo por el nuevo Estado omeya. Constituirá uno de los principales
cementerios de la ciudad, continuando en funcionamiento hasta la conquista cristiana
en 1236. En él se menciona también la localización de la rawda Banū Marwān, cuyo
reflejo nos ha quedado en el conjunto de epígrafes funerarios conservados en el museo
arqueológico procedentes de esta zona de la ciudad.6 La maqbara al-rabad se extiende a
ambos lados del camino hacia Ilbira y Granata.
En el año 747-748 d. de C. volvemos a encontrar una mención a este topónimo en
relación con la batalla de Saqunda,7 que se produjo en el curso de las guerras internas
entre facciones rivales en las proximidades de Córdoba. Con el acceso al poder del emir
Abd al-Rahman I en el año 756 se inicia un proceso de transformaciones urbanísticas
en la ciudad dirigidas desde el poder omeya. Estas transformaciones se basarán
en la creación de una infraestructura básica para el Estado, con la fundación de las
diferentes dependencias administrativas, la reconstrucción del alcázar y la fundación de
la mezquita aljama.8 Estos dos edificios que se disponen sobre los antiguos centros de
poder de los siglos vi-vii d. de C., representan el poder civil y religioso, configurándose
como un conjunto central unido, incluso físicamente, mediante la construcción del
sabat en tiempos del emir Abd Allah (888-912).9 Esta imagen se mantendrá a lo largo
de toda la dinastía omeya y en ellos queda reflejada la visión ideológica imperante en la
cual política y religión se encarnan en la figura del emir. En estos momentos Qurṭuba
adquiere una imagen urbana que será característica de su posterior evolución y que se
extenderá más allá de las murallas que configuran la madina. El espacio extramuros se
convierte en un área clave para poder analizar «la islamización del paisaje». Con la
4
5
6
7
8
9
16
Actualmente tenemos constatadas unas quince intervenciones arqueológicas donde han aparecido enterramientos pertenecientes a este cementerio, contabilizando en torno a unas 1040 tumbas de diversas
cronologías (en estudio), María Teresa Casal (2003). «Los cementerios musulmanes de Qurṭuba», Arqueología cordobesa, 9, p. 60.
Manuel Acién y Antonio Vallejo (1998). Urbanismo y Estado Islámico: de Corduba a Qurṭuba-Madinat
al-Zahra. Op. Cit., p. 111.
María Antonia Martínez (2011). «Epigrafía funeraria en al-Ándalus (siglos ix-xii)», Mélanges de la Casa
de Velázquez, 41/1, pp. 181-209.
Ajbar, Anónimo (1994). Ajbar Maymu’a fi fath al-Ándalus wa dikr umara-’iha. Ajbar Machmu’a (colección
de traducciones): crónica anónima del siglo XI. Op. Cit., p. 64.
Manuel Acién y Antonio Vallejo (1998). Urbanismo y Estado islámico: de Corduba a Qurṭuba-Madinat
al-Zahra. Op. Cit., p. 113.
Guadalupe Pizarro Berenjena (2013). «Los pasadizos elevados entre la mezquita y el Alcázar Omeya de
Córdoba. Estudio arqueológico de los sabatat», Archivo español de arqueología, 86, pp. 233-249.
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
fundación de la almunia de al-Rusafa en la zona septentrional de Qurṭuba,10 Abd alRaham I trasplantará un modelo sirio con connotaciones omeyas. Se inicia un proceso
urbanístico caracterizado por la fundación de estas munya-s (‘almunias’) y las maqabir
(‘cementerios’), normalmente por personajes cercanos al poder y de los cuales derivarán
sus nombres.11 Se sitúan cercanos a la medina y a las principales vías de acceso a la
ciudad. Ambos actuarán como focos de atracción para el asentamiento de la población,
conformando los denominados arbád (singular rabad, ‘arrabales’) constituyéndose
como áreas de uso residencial y doméstico. Como parte de esta evolución urbanística y
cercanos al centro de poder político y religioso, se menciona la creación de tres arrabales,
rabad Saqunda (al sur), rabad Sabular (al este) y rabad Balat Mughith (al oeste). En
el caso de Saqunda, hemos comentado anteriormente la fundación de la maqbara alrabad. Contamos también con la mención que hace Ibn Hayyan sobre la construcción
de una almunia por Hisam I (788-796 d. de C.),12 conocida como la Dar al-Mulk en
las inmediaciones de Saqunda. Encontramos de nuevo estos dos elementos vinculados
a un arrabal. Será precisamente en el año 756 cuando tengamos una nueva mención
del saqueo en una casa en Shaqunda,13 recogida por Ibn al-Qutiyya, que indica ya la
presencia de población asentada en esta zona de la ciudad.
10
11
12
13
Juan Francisco Murillo (2009). «La almunia de al-Rusafa en Córdoba», Madrider Mitteilungen, 50, pp.
450-482.
Juan Francisco Murillo, María Teresa Casal y Elena Castro (2004). «Madinat Qurṭuba. Aproximación al
proceso de formación de la ciudad emiral y califal a partir de la información arqueológica», Cuadernos de
Madinat al-Zahara, 5, pp. 257-290.
Manuel Acién y Antonio Vallejo (1998). Urbanismo y Estado Islámico: de Corduba a Qurṭuba-Madinat
al-Zahra. Op. Cit., p. 115.
Iftitah, Ibn al-Qutiyya (1926). Ta’rij iftitah Alandalus, Historia de la Conquista de España por Aben Alcotia
El Cordobés. Trad. de Julián Ribera y ed. de Pascual de Gayangos, Eduardo Saavedra y Francisco Codera
Madrid: Tipografía de la Revista de Archivos, p. 22.
17
María Teresa Casal García
Imagen 1. Localización de Saqunda.
Fuente: Convenio GMU-UCO.
Parece, pues, que la zona sur de la ciudad fue elegida por los emires cordobeses para
su extensión extramuros. Se caracteriza por su proximidad al centro de poder político, el
alcázar, y religioso, la mezquita, así como por la ausencia de edificaciones previas en el
sector donde se construyó el arrabal.
Será precisamente su situación cercana al eje del poder lo que haga tan factible la
sublevación de su población y el final tan dramático y ejemplificador que nos relatan
las diversas crónicas. Este acontecimiento es mencionado en las fuentes escritas como
«el motín del arrabal», acaecido en el año 818 d. de C. Dicho evento es sobradamente
conocido y tratado por la historiografía sobre al-Ándalus, en el especial en el Muqtabis de
Ibn Hayyan.14 En él se relata cómo la población del arrabal de Saqunda se sublevó contra
al-Hakam I en un momento de cierta inestabilidad política, económica y social, donde el
14
18
Ibn Hayyan (2001). Crónica de los emires Alhakam I y Abdarrahman II entre los años 796 y 847 [Almuqtabis II-1]. Trad., notas e índices de Mahmud `Ali Makkiy Federico Corriente, Zaragoza: Instituto de Estudios Islámicos y de Oriente Próximo, 402 pp.
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
poder central del emir estaba siendo cuestionado.15 Tras sofocar la rebelión, el emir mandó
destruir el arrabal, matar a todos los rebeldes, crucificando a más de 300 y expulsando de
Córdoba y al-Ándalus a todos los supervivientes de la contienda.16 Prohibió expresamente
que se volviera a edificar en esta zona de la ciudad. Cuando en el siglo x d. de C. Córdoba
contaba con un gran tamaño y los arrabales se extendían lejos de la ciudad,17 Hisham II
impidió edificar allí un nuevo arrabal que aliviase los problemas de superpoblación de la
ciudad. En los momentos álgidos de la ciudad entre el siglo ix y el x d. de C. el arrabal de
Saqunda permaneció sin edificar, transformándose en zonas de huerta vinculadas a una
posible propiedad agropecuaria privada en manos del Estado omeya.
Posteriormente, en la etapa cristiana, la población que habitaba esta zona de la
ciudad se situó en las inmediaciones de la Torre de la Calahorra, antigua fortificación
islámica localizada en la cabecera del puente. En época moderna y contemporánea
continuará esta misma tónica, si bien la población se irá asentando en el entorno de
los caminos que discurren hacia Granada y Sevilla, dejando el «lóbulo» de Miraflores
exento de construcciones.
Así pues, la zona donde se plantearon las excavaciones se encontraba sin edificar desde
la etapa medieval islámica. Su disposición en las inmediaciones del río, con continuas
crecidas, tendrá como resultado la inundación constante de la zona, aspecto que
condicionará la estratigrafía documentada en el arrabal y que ha permitido la conservación
de numerosas piezas cerámicas, de metal y monedas.
Contamos con una fecha de inicio en torno a los años 750 d. de C. y una fecha final
marcada por los acontecimientos de la sublevación del año 818 d. de C. En las fases
anteriores al arrabal emiral solo se hallaron estratos de gravas naturales, pudiendo afirmar
que dicho arrabal sería una construcción ex novo, carente de cualquier edificación previa
que afectase a su diseño urbanístico. Hemos identificado ocho solares más en los que
se han localizado estructuras pertenecientes al arrabal de Saqunda. Este se extendía a
lo largo del camino a Sevilla y Écija con una extensión máxima de 36 km2. Su núcleo
central se localizaría en el lóbulo de Miraflores, en cuyas excavaciones se aprecian varias
fases constructivas.
15
16
17
Las fuertes presiones fiscales existentes en estos años también influirán en el malestar generalizado de la
población.
La mayoría de estos habitantes emigraron a Fez, donde dicen que crearon un arrabal nuevo, y hacia Alejandría, conquistando Creta. Un escaso número compuesto por alfaquíes y sus familias huyeron a Toledo
y recibieron más tarde el amán: entre ellos se contaban con Yahya b. Yahya y el antepasado de Ibn al
Jatib, Ibn Wazir. María Isabel Fierro Bello (1987). La heterodoxia en al-Ándalus durante el periodo omeya,
Madrid: Instituto Hispano-Árabe de Cultura, p. 43.
Hecho constado arqueológicamente con la excavación de grandes extensiones de arrabales a kilómetros
de la muralla de la ciudad.
19
María Teresa Casal García
EL INICIO DEL URBANISMO OMEYA EN QURṭUBA
El estudio generalizado de todas las edificaciones halladas está definiendo diversos
ámbitos dentro del entramado urbanístico. En el análisis del urbanismo de Saqunda
hemos diferenciado en un primer momento los espacios públicos, calles, adarves y
plazas, los espacios privados o de ámbito doméstico, casas o viviendas y los espacios o
zonas industriales. Los espacios de ámbito doméstico se localizan en las zonas centrales
del arrabal, quedando áreas industriales dispuestas en las zonas más periféricas, algo
bastante habitual teniendo en cuenta los posibles olores que desprenderían y su situación
más cercana al río, recurso importante para las actividades que se desarrollarían en la
mayoría de ellas.
Imagen 2. Plano de la Zona A.
Fuente: MT Casal.
El arrabal de Saqunda presenta una trama urbanística caracterizada por la presencia
de grandes calles principales (nāfid), con una anchura media de 4,50-3,30 metros, de
las que arrancan calles secundarias con una anchura algo menor (3,60-2 metros) pero
abiertas igualmente en sus dos extremos. Las calles se disponen E-O y N-S conformando
20
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
las diferentes manzanas. Estas calles se trazaron en el primer momento constructivo
documentado, manteniendo su línea de fachada prácticamente inalterable durante
la corta vida del arrabal. Es usual encontrar muros superpuestos pertenecientes a las
diversas fases constructivas, manteniendo así la línea de fachada. Se documentan
pequeñas realineaciones que no superan el metro en relación con la apertura de diversos
adarves o callejones. Estos adarves (Gayr nāfid) constituyen el elemento articulador del
espacio de menores dimensiones con una anchura media de 2-1,28 metros, caracterizado
como es habitual por la apertura únicamente de uno de sus extremos y funcionando
como enlace para acceder a las diferentes construcciones. Estos adarves presentan un
carácter algo más privado, perteneciendo su propiedad a los habitantes de las diferentes
edificaciones a las que daría acceso.18 Las calles principales y secundarias servirán para
penetrar a otro de los espacios públicos documentados, plazas de plantas rectangulares
y cuadrangulares, en las cuales podemos presuponer la instalación de zocos o mercados
al aire libre. En tres ocasiones se documentaron en ellas o en sus inmediaciones bi’ār
(‘pozos de agua’) para el abastecimiento de la población. En los 22.000 metros cuadrados
excavados hemos documentado cinco pozos de agua con planta preferentemente
circular, contando solo un caso que presenta planta cuadrada. Teniendo en cuenta la
cercanía del río Guadalquivir, es obvio pensar que sería igualmente utilizado como
fuente de suministro de agua para la población del arrabal, quizá mediante la figura de
los aguadores, mencionada en los textos del siglo xii d. de C. en Sevilla.19 Este número
limitado de pozos de agua contrasta con lo que luego ocurrirá en el periodo califal en
Córdoba, en donde las casas siempre presentan un patio en el que se dispone el «pozo
de agua» que abastece a la población de dicha vivienda.20
18
19
20
Jean Pierre Van Staëvel (1995). Casa, calle y vecindad en la documentación jurídica, en Julio Navarro
Palazón (ed.). Casas y palacios de al-Ándalus. Siglos XII-XIII. Barcelona-Granada: Legado andalusí-Lunwerg
editores, pp. 53-57.
Muhammad b. Ahmad Ibn ‘Abdun (1998). Sevilla a comienzos del siglo XII. El tratado de Ibn ´Abdun.
Edición trad. de E. Lévi-Provençal y Emilio García Gómez. Sevilla: Fundación Cultural del Colegio
Oficial de Aparejadores.
Este fenómeno es frecuente en Córdoba, en parte por la existencia de numerosos acuíferos subterráneos
localizados a una profundidad de entre siete y nueve metros de la superficie. Elena Castro del Río (2005).
El arrabal de época califal de la zona arqueológica de Cercadilla: la arquitectura doméstica. Córdoba:
Universidad de Córdoba-Diputación de Córdoba, pp. 104-105. Más reciente es el análisis realizado en los
arrabales occidentales de Córdoba, véase Belén Vázquez Navajas (2013). «El agua en la Córdoba andalusí. Los sistemas hidráulicos en un sector del Ŷānib al-Garbī durante el califato omeya», Arqueología y
territorio medieval, 20, pp. 31-66.
21
María Teresa Casal García
Imagen 3. Fotografía aérea de la Zona A.
Fuente: Convenio GMU-UCO.
Todos estos espacios comunitarios –públicos o semipúblicos– presentan las
típicas pavimentaciones realizadas por varias capas de gravas de mediano y pequeño
tamaño superpuestas. Son muy habituales en espacios comunitarios que presentan
mucho tránsito y se caracterizan por su permeabilidad para drenar líquidos, evitando
la acumulación de agua y olores. En determinadas ocasiones presentan algunas áreas
pavimentadas con cantos rodados, fundamentalmente en los accesos que conforman los
adarves o pequeños callejones.
Los muros que definen todo este entramado urbanístico están realizados con cantos
rodados, tejas y fragmentos de cerámica unidos mediante una matriz arcillosa, haciendo más
compacto el muro. Se disponen en hiladas alternando su orientación inclinada, mostrando
una apariencia en forma de espiga. En las caras externas presentan cantos rodados de mayor
tamaño y al interior los cantos suelen presentar una dimensión más reducida. Como es
habitual en una ciudad con una larga trayectoria histórica como Córdoba, encontramos
reutilización de materiales de muy diversa composición, mármol, calcarenitas, areniscas,
etc., formando parte del núcleo de algunos de estos muros, marcando las esquinas o los
accesos abiertos en ellos. En otras ocasiones, para consolidar las uniones de las estructuras
se disponen sillares de calcarenita o cantos rodados de gran tamaño.
La altura media conservada equivale a cuatro o cinco hiladas, permitiendo apreciar
algunos vanos de acceso que comunican las diversas estancias. No encontramos diferencia
22
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
entre los muros que definen los límites exteriores de las manzanas y los que compartimentan
los espacios interiores de las diferentes edificaciones. Contamos, por tanto, con parte de
la cimentación y el alzado o zócalo de los muros. Como es habitual en la arquitectura
islámica, el alzado se realizaría en tapial. Los vanos de acceso conservados suelen estar
marcados por elementos de mayor tamaño como cantos rodados, fragmentos de calcaretita
o incluso bordes de tinajas. Destaca la ausencia generalizada de quicialeras, de las que se
han documentado escasos ejemplos. En líneas generales la cimentación es corrida y se
interrumpe para la disposición de dichos accesos, hallándolos al interior de las manzanas
para comunicar las diferentes estancias. Presentan unas medidas de entre 0,60 y 0,95
metros, localizando casos puntuales de mayor dimensión.21
Respecto a las cubiertas, hallamos una utilización generalizada de la teja, siendo
frecuente la documentación de grandes derrumbes. Se disponen en estancias de tamaño
medio y en algunas áreas concretas de los patios, funcionando como posibles soportales o
cobertizos. Por la anchura de las crujías donde se hallaron, pensamos que serían cubiertas
a un agua, solución que será también habitual en las edificaciones califales. En algunas
ocasiones aparecen asociadas a ellas tegulae, con un módulo inferior a las romanas pero
con características muy similares.22 Estos elementos denotan cierta continuidad tanto en la
producción como en la utilización de materiales existentes en la época tardoantigua, algo
que desaparecerá totalmente para finales del siglo ix d. de C.
El estudio generalizado de todas las edificaciones halladas está definiendo diversos
ámbitos dentro del entramado urbanístico. Por un lado, áreas donde se disponen casas,
como en la parte central de la Zona A entre las dos grandes calles que discurren E-O.
Los espacios domésticos se caracterizan por presentar crujías compuestas por diversos
espacios de planta cuadrangular o rectangular. Tras estos se disponen espacios abiertos
identificados como patios y plantas que se adaptaban a las diversas construcciones, con
formato preferentemente rectangular o trapezoidal y anchura igualmente variable.23 En
21
22
23
María Teresa Casal García (2008). «Características generales del urbanismo cordobés de la primera etapa
emiral: el arrabal de Saqunda», Anejos de anales de arqueología cordobesa, 1, p. 120.
Este fenómeno no es exclusivo de la capital de al-Ándalus, documentándose igualmente en otras ciudades, como es el caso de Mérida, en concreto en los edificios emirales excavados en el solar de Morería,
donde se hallaron cubiertas realizadas con tegulae de formato más pequeño, escaso grosor y moldura estrecha con poco resalte. Veáse Pedro Mateos Cruz y Miguel A. Alba Calzado (2001). De Emerita Augusta a
Marida, en Luis Caballero y Pedro Mateos (eds.). Visigodos y omeyas: un debate entre la Antigüedad tardía
y la Alta Edad Media (I Simposio internacional de Mérida, abril de 1999). Madrid: Anejos de Archivo
Español de Arqueología, p. 157.
Algunos casos paralelos de similar cronología en al-Ándalus son Peñaflor (véase Vicente Salvatierra Cuenca, Juan Carlos Castillo Armenteros y Javier Aguirre Sádaba (dirs.) (2000), Los asentamientos emirales
de Peñaflor y Miguelico. El poblamiento hispanomusulmán de Andalucía oriental. La campiña de Jaén
(1987-1992). Sevilla: Dirección General de Bienes Culturales. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía), el Tolmo de Minateda (véase Sonia Gutiérrez Lloret, Víctor Cañavate Castejón (2010). «Casas
y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda (Hellín, Albacete)»,
Cuadernos de Madinat al-Zahra, 7, pp. 123-148), y Recópolis (véase Lauro Olmo Enciso (2001). Ciudad
y procesos de transformación social entre los siglos vi y ix: de Recópolis a Racupel, Visigodos y Omeyas.
23
María Teresa Casal García
el interior de estos espacios abiertos suelen disponerse pequeñas estancias, posiblemente
identificadas como cobertizos. Quedarían constituidos por una o varias estancias y un
gran espacio abierto con pequeñas construcciones en su interior. Lo más habitual es que
las casas presenten más de la mitad de la superficie de la vivienda con la funcionalidad
de patio a cielo abierto, por lo que las zonas cubiertas representan un espacio menor en
la totalidad de la planta de las casas. El patio será la estancia fundamental de la casa,
donde se realizan multitud de tareas y faenas cotidianas. En él se preparan los alimentos
y en ocasiones se cocina, documentando en algún caso hogares y basureros domésticos.
Vemos, por tanto, la concepción de la casa con espacios en los que se empiezan a
definir diversos ambientes funcionales, residenciales o de reposo, vinculados con la
preparación de alimentos o donde se realizan las actividades artesanales o ganaderas.
Este aspecto irá evolucionando estableciéndose una funcionalidad específica de los
espacios hasta quedar perfectamente definida en las casas califales cordobesas.24 En
ellas son indispensables estancias como el zaguán, la letrina o el patio con su pozo.
En Saqunda el habitáculo destinado a letrina no existe todavía, al igual que ocurre en
asentamientos de cronología similar.25
Los ámbitos donde hemos identificado actividades de tipo industrial-artesanal se
reparten por diversas áreas del arrabal y presentan elementos característicos asociados
a sus diferentes funcionalidades. En unos casos cuentan con pavimentaciones
hidráulicas, con piletas o con tuberías de atanores cerámicos, definiendo cada uno de
ellos una función específica.26 Existen espacios vinculados con la producción de aceite,
una prensa y/o molino, o para su decantación. En Saqunda no está generalizado todavía
el uso de atanores y conducciones hidráulicas por todo el arrabal, como sí ocurrirá
posteriormente en la etapa califal.27 En aquellas zonas donde aparecen algunos de
estos elementos siempre se encuentran asociados a alguna actividad productiva.
24
25
26
27
24
Un debate entre la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media (I Simposio Internacional de Mérida, abril de
1999), Anejos de Archivo Español de Arqueología XXIII, pp. 385-400).
Álvaro Cánovas Ubera, Elena Castro del Río y Maudilio Moreno Almenara (2008). «Análisis de los espacios domésticos en un sector de los arrabales occidentales de Qurṭuba», Anejos de anales de arqueología
cordobesa, 1, Córdoba, pp. 201-220.
Las primera letrinas documentadas por la arqueología están en mida’a, la sala de abluciones de la Gran
Mezquita de Córdoba, construida por Hisham I, emir entre los años 788 y 796. Su trasferencia al ámbito
doméstico no será hasta finales del siglo ix. Antonio Vallejo Triano (2016). Aménagements hydrauliques
et ornementation architecturale des latrines de Madinat al-Zahra’: un indicateur de hiérarchie sociale en
contexte palatial, Medievales: Langue, textes, histoire, 70, pp. 77-94.
María Teresa Casal (2008). «Características generales del urbanismo cordobés de la primera etapa emiral:
el arrabal de Saqunda». Op. Cit., p. 127 y ss.
Belén Vázquez Navajas (2013). «El agua en la Córdoba andalusí. Los sistemas hidráulicos en un sector del
Ŷānib al-Garbī durante el Califato Omeya». Op. Cit.
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
Imagen 4. Plano de la Zona B.
Fuente: MT Casal.
Imagen 5. Disposición in situ de tinajas de la Zona B.
Fuente: MT Casal.
También se documentaron varios espacios con piletas pavimentadas de mortero
hidráulico asociadas a un derrumbe con objetos de metal para el trabajo del cuero, como
en el caso de un cuchillo de media luna.
Destaca la localización en la parte noroeste de una veintena de grandes contenedores o
tinajas. Estas se hallaron en espacios abiertos de grandes dimensiones. Aparecen envueltas
25
María Teresa Casal García
por una capa de mortero de cal y arena que ejerce la función de sujeción de las mismas, así
como de aislante de las materiales sólidos o líquidos que almacenaban. Algunas conservan
lañas de metal para repararlas, lo que nos da evidencia de su uso. Su importancia radica en que
se han conservado in situ, indicándonos un área del arrabal dedicada al almacenamiento. Lo
más interesante es la localización en la base de dos de ellas de signos epigráficos realizados en
molde. María Antonia Martínez Núñez ha realizado una primera lectura: en la primera, «inna
Allah rabbi», con «waw» delante (‘y ciertamente Dios es mi Señor’ y en la segunda ‘hijo de...’).28
Su disposición en una zona de la tinaja donde no serían visibles, nos plantea cuestiones muy
interesantes respecto al comercio y al posible significado de dichas inscripciones.
Imagen 6. Plano de la Zona C.
Fuente: Convenio GMU-UCO.
28
26
Desde estas líneas quería agradecerle su disponibilidad para proporcionarme la lectura de las inscripciones, actualmente en fase de estudio.
Un modelo de urbanismo omeya en Córdoba/Qurtuba: el arrabal emiral de Saqunda
Desde el punto de vista urbanístico queda patente la organización inicial del
espacio donde se dispone el nuevo arrabal, con espacios públicos y privados, claramente
diferenciados, así como sus funcionalidades. Su disposición en las inmediaciones del
primer cementerio musulmán de Qurtuba tampoco es aleatoria, eligiendo esta zona de la
ciudad como una de las primeras áreas de expansión de la madina extramuros.
El estudio del urbanismo y de la cultura material (cerámica, monedas y fauna) asociada a
los habitantes del arrabal de Saqunda nos permite afirmar que estamos ante una sociedad con
claros elementos que la identifican como «islamizada y/o arabizada». Aunque encontramos
aspectos que denotan todavía la existencia de influencias herederas de las tradiciones hispanoromanas y visigodas tales como la utilización de tegulae, determinadas formas cerámicas y
acabados del siglo vii d. de C., son mínimas en el conjunto de aquellas que definen claramente a
una sociedad islamizada y/o arabizada, como formas cerámicas típicamente islámicas (candiles
o tabaq),29 utilización mayoritaria de la moneda introducida por los nuevos gobernantes, felús,30
y dieta alimentaria de tradición musulmana.31 Saqunda nos permite establecer las claves del
primer modelo urbanístico, social y cultural islámico, con carácter plenamente urbano por la
peculiaridad de su localización en la capital de al-Ándalus, Qurtuba. Su conocimiento nos
ayuda a comprender los diversos modelos que se establecen a partir de la conquista de la
Península Ibérica según va evolucionando, así como el tipo de sociedad que los construye.
BIOGRAFÍA DE LA AUTORA
Licenciada en Historia por la Universidad de Córdoba con la memoria de licenciatura
titulada «Los cementerios musulmanes de Qurtuba», publicada como libro en 2003.
Especializada en arqueología de al-Ándalus, mundo funerario y urbanismo, trabajó diez
años en Córdoba vinculada al Convenio GMU-UCO. Actualmente trabaja en su tesis
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María Teresa Casal, Elena Castro, Rosa López y Elena Salinas (2005). «Aproximación al estudio de la
cerámica emiral del arrabal de Saqunda (Qurṭuba, Córdoba)», Arqueología y territorio medieval, 12/2, pp.
189-235 y Rosa López Guerrero (2008). «La cerámica emiral del arrabal de Šaqunda: análisis cerámico
del sector 6», Anejos de anales de arqueología cordobesa, 1, pp. 135-162.
María Teresa Casal García, Fátima Martín Escudero y Alberto J. Canto García (2008). El arrabal de Saqunda: feluses y materiales aparecidos en las últimas excavaciones arqueológicas, en Alicia Arévalo González
(coord.), Actas XIII Congreso Nacional de Numismática «Moneda y arqueología», vol. 2, Madrid-Cádiz:
Universidad de Cádiz-Museo Casa de la Moneda, pp. 845-865 y Fátima Martín Escudero (2012). Monedas que van, monedas que vienen... Circulación monetaria en época de cambios, en Philippe Sénac (ed.),
De Mahoma a Carlomagno. Los primeros tiempos (siglos vii-ix). XXXIX Semana de Estudios Medievales
(Estella, 17-20 de julio de 2012), Pamplona: Gobierno de Navarra, pp. 311-350. Actualmente está en curso
por parte de los mismos autores el estudio completo del monetario de Saqunda.
María Teresa Casal García, Rafael Martínez Sánchez y María del Mar Araque (2009-2010). «Estudio de
los vertederos domésticos del arrabal de Saqunda: ganadería, alimentación y usos derivados (750-818 d.
de C.) (Córdoba)», Anejos de anales de arqueología cordobesa, 2, pp.143-182. Actualmente se encuentra
en estudio por parte de M. García (UGR) y Marta Moreno (IH-CSIC) una segunda fase que completa el
conjunto total de la fauna documentada.
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María Teresa Casal García
doctoral sobe el arrabal de Saqunda en el Departamento de estudios medievales del
Instituto de Historia, CSIC, Madrid.
RESUMEN
El arrabal de Saqunda constituye el primer ejemplo de urbanismo islámico en la ciudad
de Córdoba/Qurṭuba. Conocido por la rebelión de sus habitantes contra el emir al-Hakam
I, que supuso su abandono en el año 818 d. de C. Su excavación en extensión (22.000 m2)
con una cronología precisa (750-818 d. de C.) y su magnífica conservación arqueológica,
ha derivado en la recuperación de una amplia trama urbana, abundante material
cerámico, numismático y faunístico. Su estudio y análisis están aportando una excepcional
información sobre el urbanismo islámico emiral, así como sobre la caracterización y
definición del proceso de islamización y arabización de sus habitantes.
PALABRAS CLAVE
Al-Ándalus, Córdoba, urbanismo, arrabal, emirato independiente, islamización.
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Coordinadores:
Francine Giese y Alberto León-Muñoz
Autores varios:
Basarrate, Íñigo; Casal García, María Teresa; Fairchild Ruggles, Dede; Gámiz Gordo, Antonio;
Giese, Francine; González Gutiérrez, Carmen; Haedong Kim, Robin; León-Muñoz, Alberto;
Marcos Cobaleda, María; Özkan Altınöz, Meltem; Romero-Camacho, Isabel Montes; Ruiz
Souza, Juan Carlos; y Valor Piechotta, Magdalena.
Edición:
Casa Árabe
Diseño y maquetación:
Javier Rosón y Hurra! Estudio
ISBN:
978-84-09-22475-3
© de los textos: sus autores
© de la presente edición: Casa Árabe
c/ Alcalá, 62. 28009 Madrid (España)
www.casaarabe.es
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